Sabiduría para elegir cónyuge



Por Josué Hernández
 
 
El valor del libro Proverbios consiste en que nos proporciona sabiduría celestial para guiarnos en todos los ámbitos de la vida. Sin duda alguna, podemos encontrar muchos consejos inspirados que nos permitirán andar con sabiduría, “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef. 5:16).
 
Como indicamos anteriormente, con esta serie no pretendemos exponer un estudio exhaustivo del libro Proverbios, sino señalar algunas lecciones prácticas respecto al matrimonio y la familia, los negocios y las amistades, y sobre todas las cosas, lecciones prácticas respecto a nuestra relación con Dios.
 
Algunos creen que un buen matrimonio sucede por casualidad, por suerte, mucha suerte; nada más lejos de la realidad. Mucho depende de elegir con sabiduría al cónyuge adecuado, el esfuerzo coordinado persistente, y sobre todas las cosas, el temor de Jehová (cf. Prov. 1:7).
 
Dios sabe de lo que habla cuando nos aconseja en su palabra, ¿aprenderemos de sus consejos? La decisión es nuestra.
 
Consejos para la selección de una esposa
 
Mucha felicidad en la vida depende de elegir a la mujer adecuada, “La mujer virtuosa es corona de su marido; mas la mala, como carcoma en sus huesos” (Prov. 12:4). La sabia elección de una esposa involucra la felicidad o la decepción, el éxito o la ruina. La elección de una mala mujer destruirá al hombre desde adentro. He ahí la importancia de la elección de una esposa.
 
Muchos ingenuamente piensan que el divorcio puede ser la solución viable “si las cosas salen mal”, pero Dios aborrece el repudio (Mal. 2:16), y contraer nuevas nupcias, para “rehacer su vida”, no es solución para aquel que quiere agradar a Dios (cf. Mat. 19:9; Mar, 10:11,12). Incluso, cuando hay permiso de Dios para contraer nuevas nupcias, por la fornicación de la mala mujer, si antes del repudio tuvieron hijos, ella siempre será la madre de ellos, te guste o no. ¿No es sabio, por lo tanto, buscar el consejo de Dios para elegir a una buena esposa?
 
En consideración de lo anterior, y en vista del amor de Dios al aconsejarnos con su palabra, algunas pautas para encontrar una buena esposa son las siguientes:
 
En primer lugar, busque de todo corazón la ayuda de Dios, “La casa y las riquezas son herencia de los padres; mas de Jehová la mujer prudente” (Prov. 19:14). El éxito en la selección de una buena mujer puede depender más de Dios de lo que podríamos siquiera imaginar (Mat. 7:7,8). No hay mayor garantía que la piadosa meditación bíblica cotidiana, lo cual cautiva la mente a la obediencia a Dios. Hay prosperidad para el que guarda la palabra de Dios (cf. Jos. 1:8; Sal. 1:1-3; 19:7-14; Mat. 28:20; 2 Tim. 3:16,17).
 
En segundo lugar, no le de tanta prioridad a la apariencia física (Prov. 31:10-31). La belleza física es superficial, temporal, engañosa. La belleza física no es una base estable sobre la cual construir una relación de por vida. Lamentablemente, la mayoría de los matrimonios se basan más en aspectos físicos que en el carácter. ¿Será por esta razón que hay tantos divorcios?
 
Aceptando que la belleza física no es base para construir una relación matrimonial próspera, le aconsejamos a que busque una mujer que posea las siguientes características:
  • Temor de Jehová, “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada” (Prov. 31:30). Una mujer semejante posee el principio de la sabiduría (Prov. 1:7). Tener una esposa que sea una devota cristiana, ha de ser nuestra preocupación principal cuando elegimos cónyuge.
  • Discreción, “Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y apartada de razón” (Prov. 11:22). Una mujer que discierne, y hace lo correcto, en el momento correcto, y de la forma correcta, en otras palabras, una mujer con sentido. Sin discreción la belleza no tiene valor, e incluso, puede ser objeto de burla, y sabemos que el mundo no es amable en sus comentarios, “se casó con la tonta”.
  • Sabiduría, “La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba” (Prov. 14:1). Una mujer sabia es la clave para edificar un buen hogar. Si elegimos mal, la misma esposa atentará contra todo esfuerzo por edificar un hogar próspero.
  • Evite una mujer contenciosa, es decir, peleadora. En el libro Proverbios hay descripciones elocuentemente pintorescas de la mujer que se acostumbró a la queja y la pelea: “Dolor es para su padre el hijo necio, y gotera continua las contiendas de la mujer” (19:13). “Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha” (27:15,16). “Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa… Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda” (Prov. 21:9,19).
En resumen, es mejor quedarse soltero y, por lo tanto, solo, que vivir mal acompañado y con el alma peligrando. Con la ayuda que Dios nos da en el libro Proverbios podemos aumentar las posibilidades de encontrar a una buena esposa, porque “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová” (Prov. 18:22). Lo mismo ocurre con las mujeres que buscan un buen marido. Mucho de lo que hemos dicho hasta el momento es aplicable a ellas, y hay más que aprender en el libro Proverbios.
 
Consejos para la selección de un marido
 
Hay maneras de aprender mucho sobre lo que es en realidad un hombre. Ayudándonos a profundizar más allá de la apariencia física, Dios en su palabra nos indica formas que descubren el carácter del varón:
 
¿Cómo trata a los animales? “El justo cuida de la vida de su bestia; mas el corazón de los impíos es cruel” (Prov. 12:10; Deut. 22:6; Jon. 4:11). He aquí una manera sencilla de reconocer la bondad y la piedad, virtudes que se extienden aún hacia el reino animal, proceder que no se puede fácilmente fingir.
 
¿Escucha consejos? “El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio” (Prov. 12:15). Al necio no se le puede decir nada, porque ya lo sabe todo, y no escucha razones ni consejos. Pero, el sabio se abre al consejo, y reconoce que no es posible que una persona siempre entienda todos los aspectos de todo tema y de todo asunto.
 
¿Qué tipo de amigos tiene? “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado” (Prov. 13:20; cf. Am. 3:3; 1 Cor. 15:33). La compañía que ha elegido influye para su mal o para su bien. A menudo las personas son reconocidas, no sólo por lo que dicen, sino también por sus amistades. De ahí también el dicho “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
 
¿Cómo gana dinero? “Alborota su casa el codicioso; mas el que aborrece el soborno vivirá” (Prov. 15:27). Este proverbio se refiere principalmente a un juez, u otro oficial público, que aumenta sus ingresos aceptando sobornos, y que al hacerlo pervierte el juicio y corrompe su conducta, lo cual trae sobre su casa, es decir, se familia, el alboroto, en otras palabras, la perturbación. El pandillero no es diferente al corrupto en este punto (cf. Prov. 1:13,14).
 
¿Es irascible? “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad” (Prov. 14:29). El que es paciente ante la provocación muestra gran prudencia, pero el que es impaciente e impulsivo fomenta la necedad, y la exhibe ante los ojos de los demás.
 
¿Habla demasiado? “El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido. Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido” (Prov. 17:27,28). Las palabras precipitadas y abundantes delatan un carácter sin sustancia. Por la apariencia del rostro no se puede discernir si alguno es necio, porque con la boca cerrada puede pasar por sensato.
 
¿Tiene compasión de los pobres? “El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído” (Prov. 21:13). No le espera misericordia de Dios al que no muestra misericordia con su prójimo.
 
Enfatizando el aspecto negativo, y procurando brindar la mayor ayuda posible, permítanos indicar qué clase de hombres debe evitar:
  • El mujeriego, e incluso, el coqueto, “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? Así es el que se llega a la mujer de su prójimo; no quedará impune ninguno que la tocare” (Prov. 6:27-29).
  • El iracundo, “No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma” (Prov. 22:24,25).
  • El bebedor, “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura” (Prov. 23:29,30).
 
Conclusión
 
Algunas de las preguntas más importantes en la vida son: ¿Con quién me uniré en matrimonio? ¿Con quién criaré a mis hijos?
 
Para nuestra tragedia, la tendencia general es el buscar respuesta a estas importantísimas preguntas sin tomar en cuenta la sabiduría que se encuentra en la palabra de Dios.
 
A pesar de la tendencia general, hay mucho que podemos aprender para seleccionar un cónyuge. Sencillamente, los consejos están a la mano del que abre el cofre de tesoros de la sabiduría de Dios.
 
A propósito de decisiones importantes, ¿ha decidido obedecer a Jesucristo? Hoy es el día de salvación.