Por Josué Hernández
Un buen comienzo para el
crecimiento espiritual se logra cuando aprobamos el mandato de crecer (2 Ped.
3:18), nos esforzamos por hacerlo realidad (1 Ped. 2:2) confiando en la
asistencia de Dios en este proceso (Fil. 2:12,13; 4:13) y establecemos metas
conductuales según las Escrituras (cf. Jos. 24:15). Metas conductuales tales
como:
- Seguir el comportamiento de Cristo (1 Ped. 2:21; 2 Ped. 1:5-8)
- Trabajar como miembros responsables (Rom. 12:3-5)
- Reconocer y crear hábitos que nos ayudarán a crecer (ej. 1 Ped. 2:2; Fil. 4:6,7; Heb. 10:24,25; Rom. 12:6-8)
Sin embargo, para que el
crecimiento espiritual continúe, es necesaria una actitud positiva para crecer (1
Cor. 15:58; 2 Cor. 4:8,9), y de esto hablaremos en la presente lección.
La actitud hace la diferencia
El peligro de una actitud
negativa lo podemos ilustrar en el reporte de los espías incrédulos (Num.
13:31):
- Su actitud negativa afectó a toda una nación (Num. 13:32-14:4; cf. 32:7-9)
- Israel se quejó y rebeló contra Dios (Deut. 1:26-28).
- Israel no creyó a Dios (Deut. 1:29-33).
- Muchos murieron en el desierto (Num. 14:26-38).
Evidentemente, con actitud
negativa no creemos en Dios ni en nuestra capacidad, dejamos de obedecer, desalentamos
a los que nos rodean, y no alcanzamos las metas que Dios nos propone.
El valor de una actitud positiva
la podemos ilustrar con la reconstrucción de los muros por Nehemías:
- Unidos en una misma mente para trabajar (Neh. 4:6).
- Superando la burla de los enemigos (Neh. 4:1-3).
- Los muros fueron terminados maravillosamente (Neh. 6:15,16).
Queda de manifiesto que con
actitud positiva creemos en Dios y en nuestra capacidad, obedecemos con
entusiasmo, alentamos a los que nos rodean, y alcanzamos las metas que Dios nos
propone
¿Cómo tener una actitud positiva?
Cada uno de nosotros debe elegir
ser positivo, y así, obedecer a Dios. Podemos controlar lo que pensamos, somos
dueños de nuestros corazones (Fil. 4:8). Por lo tanto, podemos controlar
actitudes, estados de ánimo, reacciones y palabras (Fil. 4:13; 2 Cor. 4:16-5:1),
podemos apreciar las pruebas (Sant. 1:2-4; Rom. 5:3,4), y hacer lo que es
debido (Rom. 12:11).
Cada uno de nosotros debe bloquear
la negatividad o mentalidad derrotista, y así, corregir el diálogo interno
negativo (Mat. 5:8; Heb. 3:13), pensar con fe (Heb. 11:1; Fil. 4:13), y sembrar
con esperanza (Gal. 6:7-9; 1 Cor. 15:58).
Dos cosas debemos evitar para
mantener una actitud positiva para crecer. En primer lugar, debemos evitar la
asociación negativa, es decir, elegir amigos con cuidado (1 Cor. 15:33), y rodearnos
de personas positivas (Heb. 10:24; 1 Cor. 16:17,18; Flm. 4-7). En segundo
lugar, y no menos importante, es el evitar vivir en el pasado. Simplemente, no
podemos vivir en el pasado (cf. 1 Tim. 1:12-15; Fil. 3:12-14), debemos vivir el
presente mirando al futuro (Fil. 3:15; 2 Cor. 4:17,18).
Conclusión
Tenemos todas las razones para
manifestar una actitud positiva para crecer en el Señor, y nuestro Dios está
listo para ayudarnos a crecer (Fil. 2:12,13), él diseñó la iglesia para crear
el ambiente propicio, reveló su palabra para alimentarnos, nos enseña a
trabajar para que nos desarrollemos, y nos perdona si hubiésemos caído.
¿Cuál es
nuestra actitud al crecimiento espiritual? ¿Ha nacido de nuevo para comenzar a
crecer?