Sabiduría en nuestra relación con Dios



Por Josué I. Hernández

 
Hemos aprendido que el libro Proverbios contiene sabiduría inspirada para cada relación que tengamos en la vida (familia, amigos, trabajo, etc.). Además, asumiendo que como cristianos debemos conducirnos con sabiduría (cf. Ef. 5:15,16), este maravilloso libro es una guía valiosa en toda área de la vida humana (cf. 2 Tim. 3:15-17).
 
De todas las relaciones que tenemos, o lleguemos a tener, la relación que ha de ser nuestra prioridad imperativa es la relación con Dios (cf. Ef. 5:17). Nuevamente, el libro Proverbios tiene mucho que decir al cristiano, a pesar de que el cristiano no vive bajo el Antiguo Pacto, sino bajo la ley de Cristo.
 
La sabiduría reconoce la necesidad del temor de Jehová.
 
¿Por qué hay necesidad del “temor de Jehová”? La respuesta es sencilla, pero no menos importante. El “temor de Jehová” es el comienzo de la sabiduría (“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”, Prov. 1:7). Es más, sin el “temor de Jehová” la persona no será receptiva a la palabra del Señor (“Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”, Prov. 1:7).
 
El libro Proverbios no ahorra espacio para señalarnos el valor del “temor de Jehová”, temor que:
  • Nos hace apartarnos del mal (Prov. 3:7).
  • Nos hace odiar el mal (Prov. 8:13).
  • Prolonga nuestros días (Prov. 10:27; 16:6; 22:4).
  • Nos llena de confianza (Prov. 14:26).
  • Proporciona gran alegría (Prov. 15:16).
  • Guarda el corazón (Prov. 23:17; cf. 19:23).
  • Nos fortalece contra compañeros inestables (Prov. 24:21).
El temor del Señor es una cosa en la cual Cristo y sus apóstoles insistían (cf. Mat. 10:28; Hech. 10:34,35; 2 Cor. 5:11; Fil. 2:12).
 
La sabiduría reconoce aquello que es abominación a Jehová.
 
Abominación es aquello que causa repugnancia y asco, y que, por lo tanto, es detestable y repulsivo a Dios. El sabio comprende que Dios abomina ciertas cosas, y, por lo tanto, abomina lo mismo que Dios abomina, es decir, está de acuerdo con Dios (cf. Am. 3:3).
 
El libro Proverbios nos informa que Dios abomina siete cosas en particular (Prov. 6:16-19), y varias otras, por ejemplo:
  • Los pesos falsos (Prov. 11:1).
  • El rey impío (Prov. 16:12).
  • El sacrificio de los impíos (Prov. 15:8).
  • Las oraciones de los rebeldes (Prov. 28:9).

La sabiduría reconoce que nuestra relación con Dios es afectada por nuestra relación con los demás.
 
Nuestra relación con los pobres y necesitados afecta nuestra relación con Dios:
  • “El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor, pero el que se apiada del necesitado le honra” (Prov. 14:31, LBLA). “Quien oprime al pobre ultraja a su Creador;  quien se apiada del indigente le da gloria” (JER).
  • “El que se mofa del pobre afrenta a su Hacedor; el que se regocija de la desgracia no quedará sin castigo” (Prov. 17:5, LBLA).
  • “El que se apiada del pobre presta al SEÑOR, y Él lo recompensará por su buena obra” (Prov. 19:17, LBLA).
  • “No robes al pobre, porque es pobre, ni aplastes al afligido en la puerta; porque el SEÑOR defenderá su causa, y quitará la vida de los que los roban” (Prov. 22:22,23).
 
Nuestra relación con las viudas y huérfanos afecta nuestra relación con Dios:
  • “El SEÑOR derribará la casa de los soberbios, pero afianzará los linderos de la viuda” (Prov. 15:25, LBLA).
  • “No muevas el lindero antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos, porque su Redentor es fuerte; El defenderá su causa contra ti” (Prov. 23:10,11, LBLA).
 
Nuestra relación con nuestros enemigos afecta nuestra relación con Dios:
  • “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón; no sea que Jehová lo mire, y le desagrade, y aparte de sobre él su enojo” (Prov. 24:17,18).
  • “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará” (Prov. 25:21,22).
Nuestra relación con nuestro prójimo como elemento que afecta nuestra relación con Dios es una de las doctrinas básicas más claras en las cuales insista la palabra de Cristo (cf. Mat. 5:43-48; Luc. 6:27-38; 7:12; Rom. 12:13-21; 13:8-10; Sant. 1:27; 3:9-12; 1 Ped. 2:21-23; 3:2; 3:14-16).
 
Conclusión
 
El temor de Jehová es la motivación para hacer las cosas que agradan a Dios, y así también, aborrecer las cosas que a él le desagradan, mientras tratamos a nuestro prójimo con rectitud y justicia.
 
Corresponde al estudiante fiel de la sagrada Escritura el profundizar en el estudio del libro Proverbios. La presente serie la concluimos con una promesa y una advertencia:
 
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos” (Prov. 3:5-8).
 
“Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los echará a perder; mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (Prov. 1:24-33).