Por qué creo en la cena del Señor

 


Por Josué Hernández

 
Una de las ordenanzas de Cristo digna de nuestra fe es “la cena del Señor” (1 Cor. 11:26), también conocida como la comunión (1 Cor. 10:16), beber la copa del Señor (1 Cor. 10:21), participar de la mesa del Señor (1 Cor. 10:21), el partimiento del pan (Hech. 2:42; 20:7), beber del fruto de la vid (Mat. 26:29).
 
Algunos la llaman “la eucaristía”, del griego “eucharisteo” (“acción de gracias”), debido a que Cristo dio gracias en el momento de su institución (Mat. 26:26-27). Sin embargo, aunque Cristo dio gracias por el pan y por el fruto de la vid, nunca llamó a esta cena conmemorativa “la eucaristía”, ni se refirió a ella en tales términos específicos. Los cristianos damos gracias en todo (1 Tes. 5:18) y perseveramos en ello en nuestras oraciones (Col. 4:2).
 
La cena del Señor es una conmemoración sencilla, en la cual los cristianos comen del pan sin levadura y beben del fruto de la vid.
 
Yo creo en la cena del Señor, tal como revelada en el Nuevo Testamento, por dos simples razones. En primer lugar, fue instituida por el Señor mismo (Mat. 26:26-28) y su observancia en el contexto de la iglesia reunida fue ordenada hasta el fin del mundo por el Señor (1 Cor. 11:24,25; cf. 4:17).
 
Estas razones son suficientes para el discípulo de Cristo. Sin embargo, para informar a quienes no han estudiado el tema a la luz de las Escrituras, y para desarrollar una fe más fuerte en la importancia de la cena del Señor, y para adquirir un mayor compromiso en su observancia, estudiaremos este tema.
 
El significado de la cena del Señor
 
La cena del Señor es, en primer lugar, un memorial según aprendemos de la enseñanza de Pablo a los corintios (1 Cor. 11:23-25), es decir, una conmemoración de la muerte de Jesucristo en la cruz (Mat. 26:28):
  • Cuya muerte hace posible el Nuevo Pacto (Hech. 9:16).
  • Cuya sangre fue derramada para la remisión de los pecados (Ef. 1:7).
  • Así como la Pascua era una conmemoración a Israel de la liberación de Egipto, mediante la señal de la sangre de corderos en los postes y dinteles de las casas. La cena del Señor es una conmemoración a la iglesia de la liberación del poder del pecado mediante la sangre de Cristo.

La cena del Señor es también una proclamación. La proclamación de la eficacia de la muerte del Señor (1 Cor. 11:26), la gloria de los cristianos (1 Cor. 1:31), y la proclamación de la fe en el regreso del Señor (1 Cor. 11:26). Por lo tanto, la cena del Señor mira hacia adelante, al futuro, y hacia atrás, al pasado, y siempre es observada por los discípulos de Cristo quienes confían en su redención y regreso.
 
La cena del Señor es también un acto de comunión. Es la comunión de la sangre de Cristo (1 Cor. 10:16), al manifestar que los participantes son beneficiarios de las bendiciones por la sangre derramada en el sacrificio de Cristo. La copa con confiere bendiciones especiales, en el sentido de ser algún tipo de sacramento. Y es también la comunión del cuerpo de Cristo (1 Cor. 10:16,17), al manifestar que todos los participantes han sido santificados por la ofrenda del cuerpo de Cristo, y están unidos los unos con los otros en el Señor.
 
La observancia de la cena del Señor
 
Al participar de la mesa del Señor, los cristianos lo hacen con reverencia, con un profundo sentido de respeto. Jamás lo harían “indignamente” (1 Cor. 11:27,29); “indignamente” es un adverbio que describe la manera en que los cristianos no deben participar de la cena del Señor, no que ellos sean, o no, “dignos”. Es un sentido, ¿quién es digno de la salvación y de pasar a la mesa del Señor?
 
Debemos participar de la mesa del Señor con respeto, por el precio supremo que Jesús pagó por nuestros pecados (Is. 53:3-6; Heb. 10:5-7; 2:9), la angustia emocional, psicológica, y espiritual, y el dolor físico por la tortura cruel que él sufrió por amor a nosotros.
 
Debemos participar de la mesa del Señor con introspección. Cristo dijo, “en memoria de mí” (1 Cor. 11:24,25), y Pablo dijo que se debe “discernir el cuerpo del Señor” (1 Cor. 11:29). Por lo tanto, cada cual debe probarse (1 Cor. 11:28) y juzgarse a sí mismo (1 Cor. 11:31).
 
No exageramos al indicar que la instancia en la cual participamos de la mesa del Señor es una invitación a considerar la condición espiritual de cada cual (1 Cor. 10:21; 11:28). ¿Es mi vida una que demuestra el aprecio por el sacrificio del santo Hijo de Dios (Rom. 5:6-8)? ¿Necesitaré reconciliarme con Dios (2 Cor. 5:18-6:1)? ¿Estoy viviendo para aquel que murió para salvarme (2 Cor. 5:14,15; Gal. 2:20)?
 
La participación de la cena del Señor no es una proclamación en la que alguno pueda participar privadamente, es decir, aparte del contexto de la iglesia local reunida para ello. El Señor colocó su cena en la reunión de la iglesia del Señor (Hech. 20:7; 1 Cor. 11:33). Es importante destacar, además, que cuando el cristiano pasa a la mesa del Señor, lo hace con todos los santos del mundo (1 Cor. 10:16,17).
 
El primer día de la semana, es decir, el domingo, es el día en el cual ha de observarse la cena del Señor. No hay evidencia para otro día (Hech. 20:7). La evidencia histórica, fuera de la Biblia, aprueba la observancia semanal de la cena del Señor cada primer día de la semana (Didajé 14:1; 95 DC; Justino Mártir (150 DC), Clemente de Alejandría, Orígenes y Cipriano, todos con un consentimiento declarando que la iglesia observó la cena del Señor el primer día de la semana.
 
Los eruditos religiosos confirman que la práctica de los primeros cristiano fue congregarse cada primer día de la semana para así participar de la cena del Señor:
  • “Como ya hemos comentado, la celebración la cena del Señor todavía se consideraba como una parte esencial de adoración divina cada domingo, como aparece de Justino Mártir (AD 150)…” Augustus Neander (Luterano), History of Christian Religion And Church, vol. I, p. 332.
  • “Esta ordenanza (la cena del Señor) parece haber sido administrada cada día del Señor; y probablemente ningún cristiano profeso se ausentó…” Thomas Scott (Presbiteriano), Comentario sobre Hechos 20:7.
  • “Esto también es un ejemplo importante de comunión semanal como fue la práctica de los primeros cristianos” - AC Hervey (Episcopal), Comentario sobre Hechos 20:7.
  • Es bien sabido que los cristianos primitivos administrados la Eucaristía (la Cena del Señor) todos los días del Señor”. P. Doddridge (Congregacionalista), Notas sobre Hechos 20:7
 
Algunos creen que la observancia semanal de la cena del Señor disminuye su importancia, y lo hacen mensual, trimestral, o anualmente. Sin embargo, si tal cosa es cierta, ¿por qué se reúnen semanalmente sin que las reuniones pierdan su importancia? ¿Por qué cantar a menudo, o perseverar en la oración, o predicar la palabra no quedan devaluados? Dios en su sabiduría colocó la cena en la semana, no en el mes, ni en el año. ¿Quién sugeriría una idea mejor que la de Dios?
 
Conclusión
 
La cena del Señor es un memorial muy especial de la muerte de Jesucristo por nuestros pecados. Instituida por Jesús mismo, quien instruyó a sus discípulos que la observaran en su memoria. Jesús dijo:
  • Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mat. 26:29).
  • De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios” (Mar. 14:25).
  • Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios” (Luc. 22:16).
  • porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga” (Luc. 22:18)
 
Habiendo instituido la Cena del Señor, dice Jesús que la próxima vez cuando beba del fruto de la vida será cuando lo haga en comunión con sus discípulos en la iglesia, el reino. Ese reino estaba cerca (1:15; 9:1). La Cena del Señor es uno de los actos de culto en la iglesia de Cristo (Hech. 20:7; 1 Cor. 11:18-33). Si el reino no ha venido todavía, según los premilenaristas, ¿por qué observan la Cena del Señor en sus asambleas? Pero sí ha venido, y los colosenses del siglo primero se encontraban en él (Col. 1:13), como también el apóstol Juan (Apoc. 1:9).  
Lucas (22:29,30) explica que los apóstoles comerán y beberán “a mi mesa en mi reino” durante el tiempo de sentarse ellos sobre doce tronos y juzgar a las doce tribus de Israel , la iglesia. Mateo (19:28) explica que esto pasará durante “la regeneración”, que es el tiempo del evangelio en que los hombres pecadores pueden ser regenerados, o nacidos de nuevo. Es evidente, pues, que la “mesa del Señor” se encuentra en la iglesia de Jerusalén” (Notas sobre Marcos, Bill H. Reeves).
 
Los primeros cristianos continuaron firmemente en su observancia de la cena del Señor (Hech. 2:42; 20:7), y los cristianos de hoy en día nunca deberían perder de vista el significado de la cena del Señor, la cual es un memorial, una proclamación y una comunión.
 
La frecuencia y la forma de nuestra observancia de la cena del Señor revela el alcance de nuestra fe en Cristo, quien instituyó esta conmemoración tan especial para su pueblo cada primer día de la semana en el contexto de la iglesia local reunida para ello.