El crecimiento espiritual es una decisión

 


Por Josué Hernández

 
Las bendiciones en Cristo incluyen la redención, pero también la renovación (Tito 3:5; Rom. 6:4). Es decir, el nuevo nacimiento (Jn. 3:3,5) involucra el crecimiento, y el crecimiento indica que hay vida.
 
Lamentablemente algunos cristianos no crecen espiritualmente. Sencillamente, eligen no crecer, y se conforman a un estado de niñez
 
Dios manda el crecimiento espiritual
 
El crecimiento espiritual fue implicado por Cristo en la gran comisión, “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mat. 28:18-20)
 
El crecimiento espiritual fue declarado por Pedro como parte integral del plan de Dios para sus hijos:
  • “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Ped. 2:2).
  • “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Ped. 3:18).
  • “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Ped. 1:5-8).
En el primer siglo, los cristianos que no crecieron fueron amonestados, “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios” (Heb. 5:12-6:1)
 
El crecimiento espiritual requiere esfuerzo
 
Las personas crecen físicamente sin gran dificultad. Básicamente, es cosa de tener buena salud general y comer lo suficiente, a menos que sufran algún trastorno. En cambio, el crecimiento espiritual requiere esfuerzo concentrado:
  • Cristo lo afirmó, “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre” (Jn. 6:27)
  • Pablo lo enseñó, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento… ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor…” (Rom. 12:2; Fil. 2:12; cf. 3:15; 1 Tim. 4:7,8).
  • Pedro lo explicó, “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid… Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Ped. 1:5,8).
 
El crecimiento espiritual es asistido por Dios
 
No estamos solos en nuestros esfuerzos, Dios ha prometido asistirnos, y así, crecer para salvación (Fil. 2:12,13). Es decir, Dios asiste en el nuevo nacimiento, pero también lo hace en la renovación (Fil. 1:6; cf. 4:13). No es extraño afirmar, por lo tanto, que Dios bendice el esfuerzo persistente (Ef. 3:16,20; 6:10,11).
 
El crecimiento espiritual es bendecido por Dios
 
El crecimiento espiritual trae consigo bendiciones que comienzan en esta vida (2 Ped. 3:18), y nos encamina a disfrutar de bendiciones que continuarán por la eternidad (2 Ped. 1:11).
 
Conclusión
 
El crecimiento en Cristo asegura la vida (Jn. 10:10; 2 Ped. 1:10; 3:18), y recordemos, es mandado por Dios, asistido por Dios, y bendecido por Dios
 
¿Hemos nacido de nuevo (Jn. 3:3,5,7)? Si hemos nacido de nuevo, ¿estamos creciendo para salvación (1 Ped. 2:2)?