Por qué creo en la iglesia

 


Por Josué Hernández

 
Hoy en día es común el oír a personas que desacreditan a la iglesia. Dicen, por ejemplo, “Cristo sí, la iglesia no”. Profesando que aman a Jesús, deseando incluso seguirlo, desprecian la idea de pertenecer a la iglesia que él estableció.
 
Con la presente lección quiero explicar algunas razones por las cuales yo creo que la iglesia que Jesús prometió edificar (Mat. 16:18) es el producto de la sabiduría de Dios, y, por lo tanto, una institución divina en la cual se cumple el propósito eterno de Dios en Cristo.
 
La iglesia descrita
 
En la epístola a los Efesios el apóstol Pablo nos enseña que Cristo es cabeza sobre todas las cosas a la iglesia (Ef. 1:22). Que Cristo está al frente de todas las cosas es suficientemente claro. Pero, ¿qué significa la frase “a la iglesia”? La idea es que Cristo ejerce autoridad sobre todas las cosas en interés de la iglesia, es decir, la autoridad de Cristo sobre el mundo es para el beneficio de su iglesia (cf. 1 Cor. 3:21-23). Esto nos dice mucho acerca del interés de Cristo en su iglesia.
 
La iglesia es el cuerpo de Cristo (Ef. 1:23). La iglesia es el cuerpo espiritual de Cristo, y él es la cabeza de este cuerpo. Esta sublime verdad debe hacernos valorar la iglesia que Cristo edificó.
 
La iglesia es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Ef. 1:23). Si Cristo llena todo en todos, y si la iglesia constituye su plenitud, entonces, si alguno quiere estar en Cristo, por implicación, debe estar en su iglesia.
 
La iglesia es parte del propósito eterno de Dios (Ef. 3:10,11). La multiforme sabiduría de Dios ha sido dada a conocer por medio de la iglesia. Esto es conforme al propósito eterno de Dios, es decir, conforme a sus santos y divinos propósitos desde la eternidad.
 
A Dios es dada toda la gloria en la iglesia en Cristo por todas las edades (Ef. 3:21). Dios es digno de toda gloria. En la iglesia en Cristo, Dios es y será glorificado para siempre.
 
Cristo es el jefe de la iglesia, y el Salvador de ella (Ef. 5:23). Nuevamente, se enfatiza la autoridad de Cristo sobre la iglesia y que ella es su cuerpo. Además, aquí aprendemos que Cristo no es el Salvador de todos los hombres, sino el Salvador de su cuerpo, es decir, de la iglesia.
 
Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella (Ef. 5:25). Jesús ama a su iglesia, así como el buen marido ama a su esposa. La muerte de Cristo en la cruz tenía como propósito salvar a la iglesia
 
El plan de Cristo es presentarse a sí mismo una iglesia gloriosa (Ef. 5:26,27). Cristo ha santificado a su iglesia en el lavamiento del agua por la palabra. Cristo desea que la iglesia esté sin mancha, sin arruga, inmaculada.
 
Jesús sustenta y cuida a la iglesia (Ef. 5:29,30). Así como toda persona inteligente cuida de su propio cuerpo, Jesús se preocupa por su iglesia. ¿Por qué? Porque somos miembros de su cuerpo.
 
Además de todo lo anterior, por la lectura de otros pasajes del Nuevo Testamento, leemos que la iglesia fue comprada con la sangre de Cristo (Hech. 20:28), que la iglesia es el “un cuerpo” de Cristo (Col. 1:18,24; Ef. 4:4), y que la iglesia es la familia de Dios, la columna y baluarte de la verdad (1 Tim. 3:15).
 
Ciertamente, las sagradas Escrituras nos hacen levantar la mirada para apreciar la alta estima en que Dios tiene a la iglesia. Nadie podría estar bien con Dios despreciando a la iglesia.
 
La iglesia definida
 
El sustantivo iglesia (del griego “ekklesia”) es usado 114 veces en el Nuevo Testamento. La palabra “ekklesia” es una palabra compuesta de “ek” (fuera de) y “klesis” (un llamado, de “kaleo”, llamar). Entonces, iglesia es “una reunión de ciudadanos llamados fuera de sus hogares a algún lugar público; una asamblea...” (Thayer).
 
En un sentido universal la iglesia son todos los cristianos del mundo unidos en el cuerpo de Cristo (Ef. 1:22,23; Mat. 16:18).
 
En un sentido local, tenemos por ejemplo a la iglesia de Corinto. Un grupo de cristianos que se congregaban en iglesia para adorar y ser edificados (1 Cor. 11:18; 14:23). En resumen, la iglesia local es:
  • Un grupo unido en un solo cuerpo (1 Cor. 1:2; Rom. 12:3-8).
  • Una familia espiritual (Gal. 6:1-2; 1 Tes. 5:14-15).
  • Que sigue siendo “iglesia” cuando no está congregada (Hech. 14:27).
  • Una compañía, o grupo, de cristianos que, esperando la salvación eterna a través de Jesucristo, llevan adelante una obra común divinamente asignada (cf. 1 Tes. 1:1 y sig.).
 
Conclusión
 
La iglesia universal es una gran asamblea o compañía de personas. De la cual Cristo es la cabeza y Salvador (Ef. 5:23), por la cual Cristo se entregó (Ef. 5:25), por la cual Cristo se ha esmerado por santificar y limpiar (Ef. 5:25,26) y a la cual Cristo desea ver como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga (Ef. 5:27).
 
¿Cree usted todo lo que Dios dice de ésta iglesia? Espero que lo haga ahora, si no lo ha hecho antes. Si usted cree en Jesús y en la Biblia, entonces, debe hacerlo.
 
¿Cómo se convierte uno en un miembro de esta maravillosa iglesia? Tengamos en cuenta que es el Señor quien añade a la iglesia a los que entran en la salvación (Hech. 2:47). Los que son añadidos por el Señor a su iglesia son aquellos que oyendo su evangelio participan del bautismo que él mandó (cf. Hech. 2:41; Mar. 16:16), esto sucede porque los que son bautizados en Cristo se revisten de él (Gal. 3:26,27) y llegan a ser salvos en él (Hech. 2:38; 22:16).
 
Cuando una persona responde al evangelio de Cristo con fe, arrepentimiento y bautismo, sus pecados son lavados en la sangre de Cristo. Entonces, el Señor mismo lo añade a su iglesia. La pregunta es, ¿ha sido usted agregado a esta iglesia mediante la obediencia al evangelio puro de Cristo?