Por Josué Hernández
Motivación: “haceos
tesoros en el cielo”, no en la tierra.
En cuanto a lo segundo, el desfalco, los ladrones minan y hurtan. A través de las paredes de adobe de las casas en que Jesús estaba pensando, el ladrón podía fácilmente hacer un agujero y robar los tesoros mal guardados. La inflación, los impuestos opresivos que pueden equivaler a una confiscación, las quiebras bancarias, las crisis del mercado de capitales, los gastos relacionados con largas enfermedades, estos y otros muchos males similares tienen el mismo efecto. Además, el cuerpo del hombre, incluso el de los más fuertes, se agota gradualmente (Sal. 32:3; 39:4–7; 90:10; 103:15, 16; Ec. 12:1–8). Cuando muere, todos los tesoros terrenales sobre los que había puesto sus esperanzas se desvanecen con él” (W. Hendriksen).
Visión: “la
lámpara del cuerpo es el ojo”.
- “No comas el pan de aquel que tiene ojo maligno, ni anheles sus viandas delicadas” (Prov. 23:6, VM).
- “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿o es malo tu ojo, porque yo soy bueno?” (Mat. 20:15, VM), “¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?” (LBLA).
- “los hurtos, las codicias, las maldades, el engaño, la lujuria, el ojo maligno, la blasfemia, la soberbia, la insensatez” (Mar. 7:22, VM).
Lealtad: “No
podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Conclusión