Por Josué Hernández
Luego de indicar que
los cristianos son “linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Ped. 2:9), Pedro rogó a los
hermanos acerca de su conducta en el mundo y, sobre todo, ante los
del mundo, y les dijo:
“Amados, yo os ruego como a extranjeros y
peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan
contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los
gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de
malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al
considerar vuestras buenas obras” (2:11,12).
Al estudiar este ruego
a extranjeros y peregrinos, debemos recordar que Pedro habló por
inspiración, por lo tanto, este es el ruego de Dios también.
La base del ruego a
los extranjeros y peregrinos
Son “extranjeros”
(gr. “pároikos”, “forasteros”) y “peregrinos” (gr.
“parepídemos”, “un transeúnte, uno que reside
transitoriamente en un sitio, va de paso”), y como tales deben
recordar que no han llegado a su hogar celestial. Sin embargo, aunque
son extranjeros y peregrinos, siempre son “amados” de Pedro (cf.
1 Ped. 4:12), y “amados” de Dios (cf. Rom. 1:7; Col. 3:12). El
apóstol les ruega debido al amor que les profesa. He aquí un ruego
por amor.
Además, el apóstol
les ruega porque ellos son blanco de un ataque interno, es decir, uno
que apela a su razonamiento y emociones, debido a “deseos carnales”
los cuales hacen guerra contra el alma. Una batalla que se ganará, o
perderá, en el corazón. El resultado de esta pelea determinará si
llegarán, o no, a la patria celestial (cf. 2 Tim. 4:7).
Pedro también les
ruega porque ellos son blanco de ataque externo. Los naturales
murmuran (cf. 1 Ped. 4:3,4), y se oponen como lo hicieron con Cristo
(cf. 1 Ped. 2:21-23). Sin embargo, si los hermanos prestan atención
al ruego de Pedro, y se comportan según el estándar de Dios (cf. 1
Ped. 1:13-17):
- Los mismos que murmuran podrían glorificar a Dios en el día de la visitación al considerar las buenas del pueblo de Dios.
- Este “día de la visitación” podría referirse a una ocasión de juicio divino, sin embargo, en nuestra opinión, es una referencia al “día” en que la gracia de Dios es manifestada por la exposición del evangelio de Cristo (cf. Luc. 19:44).
- Sin duda alguna, Dios será glorificado si reaccionamos positivamente al ruego apostólico.
El ruego en sí
mismo
El
ruego de Pedro enfoca, en primer lugar, “que
os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”
(1 Ped. 2:11; cf. Rom. 8:4; Gal. 5:16,24; 2 Tim. 2:22; Tito 2:12).
¿Qué
hacer?
Abstenerse (gr. “apéjomai”), es decir, “restringirse uno
mismo” (Strong),
“guardarse de... se refiere invariablemente a prácticas malas,
tanto morales como ceremoniales” (Vine).
“Pedro
recuerda a los creyentes que son extranjeros y peregrinos en el
mundo, y que este hecho debería dejar su impronta sobre toda su
conducta. Son extranjeros en el sentido de que están viviendo en un
país extraño en el que no tienen los derechos de ciudadanía. Son
peregrinos en el sentido de que están obligados a vivir por un
tiempo en un lugar que no es su hogar permanente” (W. MacDonald).
¿De
qué abstenernos?
De los “deseos carnales”, es decir, los anhelos de la carne, de
la vida mundana (cf. Gal. 5:19-21; 1 Jn. 2:15-17). No solamente
“adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia”. También
“enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías”, etc.
¿Por qué
abstenernos de estos deseos carnales? La razón es sencilla,
estos deseos “combaten contra el alma” (LBLA). “guerrean contra
el alma” (VM). Si perdemos esta guerra, perdemos la entrada a la
patria celestial, compartiremos el destino de los naturales del
mundo.
¿Cómo abstenerse
de los deseos carnales?
- “ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Ped. 1:13).
- “no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1 Ped. 1:14).
- “como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 Ped. 1:15,16).
- “conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados... con la sangre preciosa de Cristo” (1 Ped. 1:17-21)
- “Habiendo purificado vuestras almas... siendo renacidos” (1 Ped. 1:22-25).
- “Desechando... desead... Acercándoos a él... sed edificados... para ofrecer...” (1 Ped. 2:1-5).
En segundo lugar, el
ruego indica, “Mantened entre los gentiles una conducta
irreprochable” (1 Ped. 2:12, LBLA). “Tened en medio de los
gentiles una conducta ejemplar” (JER).
A
pesar de las grandes dificultades, deben mantener una conducta
“buena” (RV 1960, gr. “kalos”), de aquello que es bueno,
bello, armonioso y precioso. Es decir, una conducta hermosa a la
consideración:
- Lo cual se logra si atendemos al ruego de Pedro.
- Si nos restringimos constantemente de los “deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Ped. 2:11).
- Si practicamos “buenas obras” (1 Ped. 2:12; cf. Mat. 5:16; Luc. 6:27-31; Tito 2:14).
Conclusión
Varias cosas se logran
si prestamos atención al ruego de Pedro:
- La entrada en la patria celestial.
- La gloria de Dios.
- La salvación de los naturales que nos rodean.
Perteneciendo al pueblo que
ha alcanzado misericordia (1 Ped. 2:10):
- Nos restringiremos de los deseos carnales que batallan contra el alma.
- Nos comportaremos de manera irreprochable.
- Todo esto nos asegura el completar con éxito nuestro peregrinaje espiritual.
¿Eres del pueblo de
Dios (1 Ped. 2:9,10)?
- Puedes ser renacido por la palabra de Dios (1 Ped. 1:23).
- Puedes purificar tu alma por la obediencia a la verdad (1 Ped. 1:22).
- Hoy es el día de la visitación para ti (1 Ped. 2:12).