El destino eterno de los malvados

 


Por Josué Hernández


Con el presente escrito pretendemos estudiar una de las cosas más impopulares, e incluso, desagradables, que alguno quisiera estudiar de la palabra de Dios: “El destino eterno de los malvados”, es decir, “el infierno”. Sin embargo, si vamos a predicar fielmente “todo el consejo de Dios” (Hech. 20:27), no debemos rehuir el estudio sobre la santidad y justicia de Dios, y el lugar que está preparado para aquellos que rechazan el evangelio de la gracia de Dios en Cristo (cf. Mat. 3:12; 23:33).

La morada eterna de los malvados

El destino eterno de los malvados es uno de separación de Dios, tal como es indicado en los siguientes pasajes:
  • “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:23).
  • “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles... E irán éstos al castigo eterno” (Mat. 25:41,46).
  • “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Ef. 5:5; cf. 1 Cor. 6:9,10).
  • “los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tes. 1:9).
  • “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira... Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apoc. 21:27; 22:15).

El destino eterno de los malvados es el "infierno". En cuanto a esta palabra, debemos señalar lo siguiente:
  • La palabra griega es “geenna”, la cual “representa el término hebreo Ge-Hinnom (el valle de Tofet) y una palabra aramea correspondiente. Se encuentra doce veces en el NT, once de ellas en los Evangelios Sinópticos, y en cada caso es mencionado por el mismo Señor” (Vine).
  • “El sustantivo Geenna surgió del valle de Hinom, al sur de Jerusalén, donde los cananeos realizaban sacrificios humanos al Dios Moloc. Después del regreso de los judíos del cautiverio fue convertido en un lugar de contaminación, donde los desechos de la ciudad eran arrojados y quemados. El nombre fue aplicado al lugar del castigo futuro por los judíos, y por esta razón la palabra se usa en el Nuevo Testamento denotando siempre el lugar de castigo futuro” (B. W. Johnson).
  • “Una referencia al valle de Hinom, al SO de Jerusalén. Acaz y Manasés permitieron los sacrificios humanos durante sus reinados (2 Cron. 28:3; 33:6), por lo que este fue llamado "Valle de la Matanza" (Jer. 19:6). En tiempos de Jesús era un vertedero de basura donde el fuego ardía continuamente siendo así un símbolo apropiado del fuego eterno” (J. F. MacArthur).
  • “Los cuerpos de los criminales ejecutados eran frecuentemente echados a un vertedero de basuras fuera de Jerusalén conocido como Valle de Hinom, o Gehenna. Se trataba de una figura de los fuegos del infierno que jamás se apagarán” (W. MacDonald).

Jesús habló sobre el infierno para describir el lugar final de castigo, por ejemplo en:
  • El sermón del monte (Mat. 5:21,22,29,30).
  • La comisión limitada (Mat. 10:28).
  • La advertencia contra los obstáculos personales (Mat. 18:8,9; cf. Mar. 9:43-48)
El “infierno” fue preparado originalmente para el diablo y sus ángeles (Mat. 25:41), y es representado como un lago de fuego en el Apocalipsis (Apoc. 20:14,15; 21:8).

La experiencia eterna de los malvados

El infierno es un lugar donde se experimentará una perdición del bienestar (no del ser), “el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Fil. 3:19).

El infierno es un lugar de separación o exclusión de la presencia y las bendiciones de Dios, “los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tes. 1:9).

El infierno es una experiencia de muerte eterna, “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23). “...El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte... Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda” (Apoc. 2:11; 20:14).
  • La muerte física es una separación (Sant. 2:26)
  • La muerte espiritual es una separación (Ef. 2:1; 5:14; cf. Is. 59:1,2; 1 Tim. 5:6)
  • La muerte eterna es separación, no aniquilación.

El infierno es una experiencia de pena o castigo (2 Tes. 1:9):
  • De duración eterna, “E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mat. 25:46).
  • En “fuego que nunca se apaga” (Mar. 9:44,46,48; cf. Heb. 10:26,27).
  • En “tinieblas de afuera” (Mat. 25:30; cf. “densa oscuridad”, 2 Ped. 2:17; “la oscuridad de las tinieblas”, Jud. 13).
  • En “el lloro y el crujir de dientes” (cf. Mat. 22:13; 24:51; 25:30).

Conclusión

De un estudio semejante surgen algunas preguntas: ¿Cómo puede arder el infierno sin apagarse? ¿Cómo puede haber oscuridad si hay fuego ardiendo de forma semejante? ¿Cómo los gusanos sobreviven al fuego?

Ciertamente son conceptos figurativos que describen una horrenda realidad, algo que de otra manera no podríamos comprender con nuestras mentes finitas. No obstante, hay un lugar de castigo reservado para aquellos “que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tes. 1:8,9).

Muchos se han rebelado contra la idea de un “infierno eterno”, ya sea negando su realidad o señalándolo como una aniquilación. Pero, uno no puede redefinir lo que Jesús enseñó sobre el infierno sin menospreciar a la vez:
  • Lo terrible del pecado.
  • La justicia y la santidad de Dios.

La reacción correcta a la realidad del infierno es aceptar la gracia de Dios en Cristo, quien murió por nosotros para salvarnos del infierno.