Por Josué Hernández
La
parábola del sembrador, que Jesús enseñó, trata sobre nuestra
respuesta a la palabra de Dios. Sencillamente, nadie está obligado a
someterse a Dios, y cada cual ha de cuidar su corazón. En la
parábola un agricultor siembra semillas que caen en diferentes tipos
de suelo. Los diferentes suelos representan diferentes tipos de
corazones.
Un
tipo de suelo está endurecido, este es el suelo junto al camino
(Luc. 8:5). Al explicar la parábola, respecto a este suelo, Cristo
dijo: “Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el
diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se
salven” (Luc. 8:12).
El
diablo preferiría que la gente no escuche la palabra de Dios en
absoluto. Seguramente, estará feliz con las personas con fuertes
prejuicios, aquellas mentes decididas a seguir el mal camino y que se
niegan rotundamente a estudiar la palabra de Dios.
Pero,
supongamos que alguno que está endurecido por el pecado (cf. Heb.
3:13) llega a escuchar la palabra de Dios, ¿entonces qué? ¿Qué
hará Satanás para evitar la salvación de tal persona? Jesús
enseñó que “enseguida viene Satanás, y quita la palabra que se
sembró en sus corazones” (Mar. 4:15). Satanás hace esto, “para
que no crean y se salven” (Luc. 8:12).
Satanás
usa de celadas, insidias, emboscadas, engaños, y trampas, es decir,
“asechanzas” (Ef. 6:11), y no debemos ignorar las maquinaciones
que él usa para quitar la palabra de Dios de los corazones (2 Cor.
2:11).
- Satanás planta dudas: ¿Podemos confiar en la Biblia? ¿Realmente Dios contesta las oraciones? ¿Por qué Dios permite tanto sufrimiento? ¿Es necesaria tanta exigencia? ¿Por qué hay que obedecer todo lo que Jesús enseñó?
- Satanás distrae: Él sabe que el estudio bíblico es poderoso en el corazón y la vida, así como reconoce el poder de congregarnos puntual y fielmente. Por lo tanto, Satanás usa de cosas tales como las vacaciones, los deportes, el romance, y la economía. A Satanás no le importa si es algo malo o bueno, novedoso o antiguo, grande o pequeño, lo importante es distraernos del mensaje del evangelio, desenfocarnos del objetivo (cf. Heb. 3:1; 12:2; Fil. 3:14).
- Satanás desanima: ¿Podrás cumplir con semejante desafío para agradar a Dios? ¿No te parece muy exigente el evangelio que predican? ¿No eres demasiado joven? ¿No eres demasiado débil? ¿Qué harás si te equivocas y fallas?
El
trabajo de Satanás en un corazón endurecido es el de quitar la
palabra de Dios mediante alguna artimaña. Aunque en el presente
artículo no hemos sido exhaustivos, los ejemplos sirven para
ilustrar la magnitud del trabajo de Satanás en un corazón
endurecido.
Cada
vez que oímos algún sermón o lección bíblica, cada vez que somos
aconsejados, o incluso, amonestados, Satanás está trabajando si el
corazón lo tenemos endurecido. De nosotros depende cambiar la
condición de nuestro corazón.
¿Cómo
está mi corazón para con Dios y las cosas de Dios? ¿Tengo el
corazón endurecido? ¿No debiera despertar a la condición de mi
alma y evitar que Satanás quite la palabra de mi corazón?