Por
Josué Hernández
Hasta
el momento, en su sermón en el monte, Jesús ha enseñado el
carácter de los ciudadanos del reino (Mat. 5:3-16), y la justicia
del reino (Mat. 5:17 – 7:12). Ahora, en la parte final de su
sermón, Jesús expone varias exhortaciones invitándonos a entrar en
el reino de los cielos (Mat. 7:13-27), y al hacerlo, el Señor:
- Describe el comienzo de “el camino que lleva a la vida” (7:13,14).
- Advierte sobre un obstáculo en “el camino que lleva a la vida” (7:15-20).
- Destaca la necesidad de hacer, en lugar de simplemente oír y decir (7:21-27).
La
invitación para entrar en el reino de los cielos
“Entrad
por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la
senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la
vida, y pocos son los que la hallan” (Mat. 7:13,14, LBLA).
La
“entrada” al reino es “puerta estrecha”. Una puerta que
requiere abnegación y obediencia. Una puerta que no tiene lugar
para:
- Conformarse con hacer lo mínimo y superficial (Mat. 5:20-48).
- Hacer lo correcto para ser vistos por los hombres (Mat. 6:1).
- Un espíritu que no perdona (Mat. 6:14,15).
- El materialismo (Mat. 6:19,20).
Por
el contrario, la puerta “que lleva a la perdición” es ancha, no
exige sacrificio, y es elegida por la mayoría.
El
camino del reino es difícil, porque requiere una justicia que excede
a la mayoría de los religiosos (Mat. 5:20), un cambio de
comportamiento (Mat. 5:21 – 7:12).
En
su franqueza, Jesús enfatiza que no hay otro camino a la vida.
Sencillamente, la alternativa es el camino a la destrucción, y cada
persona tiene dos opciones.
El
peligro de los falsos profetas
“Cuidaos
de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,
pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así,
todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos
malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol
malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”
(Mat. 7:15-20).
Los
falsos profetas nos pueden sacar del buen camino. Pablo advertía de
este peligro (Hech. 20:28-31). Pedro también advertía (2 Ped.
2:1-3). De la misma forma, Juan (1 Jn. 4:1) y Judas (Jud. 3,4)
advirtieron. ¡Qué tragedia ha ocurrido a través de los siglos por
ignorar esta advertencia!
¿Cómo
podremos identificar a los falsos profetas? Por sus frutos en sus
vidas (cf. 2 Ped. 2:14,15), y en sus enseñanzas (cf. 1 Jn. 4:5,6).
En fin, debemos inspeccionar los frutos. No podemos juzgar los
corazones o motivaciones (Mat. 7:1,2), pero, si podemos juzgar las
enseñanzas y forma de vida.
La
necesidad de ser hacedores de la palabra
“No
todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en
los cielos. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé:
"Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA
INIQUIDAD." Mat 7:24 Por tanto, cualquiera que oye estas
palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre
sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron
los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no
se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. Y todo el que oye
estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un
hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la
lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron
aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción” (Mat.
7:21-27).
Solo
haciendo la voluntad del Padre celestial podemos entrar al reino en
su aspecto celestial y eterno. La fe sola es insuficiente (7:21). La
mucha actividad religiosa no sustituye la obediencia (7:22; cf. Mat.
28:20; Rom. 2:17-24; Sant. 2:10,11). Los rebeldes serán condenados
(7:23).
Solo
actuando sobre las palabras de Jesús podemos mantenernos en pie
frente a las tormentas de la vida, que azotan a todos, sean
cristianos o no; y podremos permanecer en pie en el juicio final, momento en el cual esperamos
entrar al reino celestial, escuchando esas
maravillosas palabras, “Venid, benditos de mi Padre, heredad el
reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mat.
25:34).
Conclusión
“Cuando
Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su
enseñanza; porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no
como sus escribas” (Mat. 7:28,29, LBLA).
Las
palabras de Cristo nos asombran todavía, él nos sigue hablando con
autoridad. Jesús no anda con rodeos, claramente nos ha enseñado el
camino.
Por
difícil que parezca, solo hay un camino (Mat. 7:12,14), solo hay una
forma de entrar al reino de los cielos: Hacer la voluntad del Padre
celestial (Mat. 7:21-27).
¿Qué
hay de ti? ¿Eres ciudadano del reino de los cielos? ¿Vives conforme
a las enseñanzas de Jesús en “El sermón del monte”?