Un llamado al compañerismo



“y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo” (Ef. 2:16).

Por Josué Hernández


En Hechos 2:42 leemos, “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Aquí leemos del primer ejemplo de compañerismo cristiano registrado por Lucas en el libro Hechos. Sin duda alguna, este es un pasaje tan conocido, tan familiar, que podríamos fácilmente menospreciarlo.

Actualmente, no pocas iglesias han quitado la importancia al compañerismo cristiano, y enfatizan los deberes y privilegios desde un punto de vista individual. Luego, se produce el egoísmo, y cada cual va por su lado. Simplemente, no hay consistencia con el ejemplo de perseverancia de los santos del primer siglo en el compañerismo que les caracterizaba.

Necesitamos comprender que Dios nos ha llamado al compañerismo en un cuerpo. Por lo tanto, debemos comprender plenamente esta faceta de la iglesia del Señor y aplicar a nuestras vidas esta enseñanza con urgencia.

El problema del egoísmo

El egoísmo es un problema fácilmente identificable en más de alguna iglesia del Señor. Piense en lo siguiente, ¿qué pasaría si un observador analizara la relación entre los miembros de esta congregación? Por ejemplo, si un hermano maduro y con experiencia que ha llegado a predicarnos algunos días nos observa con detención. Si este hermano examinara cosas tales como:
  • La interacción a la hora de congregarse (saludo, despedida, actitud).
  • La relación cuando no están congregados.
  • La calidad de la comunicación los unos con los otros.
  • El sentido de pertenencia al cuerpo local.
  • La voluntad de apoyarse mutuamente en momentos de necesidad.
  • La cantidad de tiempo que procuran pasar en compañía de los otros hermanos.
  • ¿Qué esperaríamos que se descubriera con semejante observación?

Se ha descubierto, en no pocas iglesias del Señor, que los miembros no se conocen los unos a los otros, no hay relación profunda los unos con los otros. Cuando se congregan hay poca interacción, y adoran por el bien personal sin considerar el bienestar de los otros. Prácticamente, algunos asisten a las reuniones así como asistirían al cine. No hay preocupación ni apoyo mutuos, no se interesan en formar parte de la vida de los otros. Los miembros manifiestan incapacidad de comunicarse eficientemente, y se producen todos los problemas que se podrían imaginar por la falta de comunicación. No hay participación mayor que la de reunirse juntos en un lugar determinado y a una hora específica.


Entre las razones que motivan e impulsan el egoísmo en una iglesia del Señor podríamos mencionar las siguientes:

1. Vivimos en medio de una generación egoísta:
  • Actitudes egocéntricas y comportamiento autoindulgente. Cada cual mira solamente por lo suyo propio, y busca el placer del momento, “el aquí y ahora”.
  • Delincuencia contra otros: Violación, asalto, asesinato.
  • Uso de drogas y alcohol como vía de escape.

2. No pocos participan en religiones y filosofías del oriente como el yoga y el budismo.
  • La preocupación indebida por uno mismo.
  • El afán de superar al otro, y ser “el número 1”.

3. Consumismo y ganancia materialista.
  • El afán por acumular.
  • Creer que la persona vale por lo que tiene.
  • El énfasis en la apariencia externa.

4. La movilidad social:
  • La ciudades han crecido, y la distancia entre los miembros también.
  • Congregarse o visitar a hermanos significa viajar lejos.
  • Los lugares de trabajo y estudio quedan más lejos que hace una década.
  • Queda poco tiempo para conversar, ya sea antes o después, de una reunión o clase bíblica.
  • Todo lo anterior hace difícil el relacionarse socialmente, conocerse mejor, y crecer en el compañerismo.

5. La tecnología, sobre todo las llamadas “redes sociales”:
  • Pretende acercarnos más, pero nos separa si no tomamos control del asunto.
  • Presenta relaciones y actividades “virtuales” como superiores a las “reales”.
  • Enfatiza la “apariencia virtual” como superior a la real.
  • Podemos fácilmente ser “amigos” de cientos en el mundo, sin lograr ser verdaderos amigos de los santos locales.
  • Podemos fácilmente enredarnos en situaciones que conciernen a otras iglesias, pero ser incapaces de ayudar a la solución de las situaciones locales inmediatas.
  • En tal escenario nos cuesta apreciar la enseñanza bíblica sobre el llamado de Dios a que seamos buenos compañeros los unos de los otros.

La iglesia local: Un cuerpo unido y en armonía
“ Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Cor. 12:27).

Una verdad enfatizada en las sagradas Escrituras:
  • “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones” (1 Ped. 4:8,9).
  • “para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Cor. 12:25-27).
  • “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gal. 5:13).
  • “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col. 3:16).
  • “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Sant. 5:16).
  • “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Sant. 5:19,20).

Una verdad ilustrada en las sagradas Escrituras:
  • Por la iglesia en Jerusalén (Hech. 2:42-46).
  • Por la iglesia en Antioquía (Hech. 11:27-30).
  • Por las iglesias de Macedonia (2 Cor. 8:1-5).
  • Por las iglesias de Acaya (Rom. 15:26).

Una consecuencia del señorío de Cristo. Ya que el reino consiste de aquellos que aman a Dios y a sus hermanos (Mar. 12:28-34; cf. Jn. 13:34,35), la comunión en Cristo es tanto vertical como horizontal:
  • Disfrutamos de una relación vertical, “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Cor. 5:20).
  • Disfrutamos de una relación horizontal (Ef. 2:14-16; cf. 1 Tim. 3:15).

Conclusión

El compañerismo cristiano aunque es el producto del señorío de Cristo, puede ser desplazado por el egoísmo.

Sugerencias prácticas que ayudan a mejorar el compañerismo en la iglesia local:
  • Aprenda los nombres de cada miembro.
  • Solicite los datos de contacto de cada miembro.
  • Tome nota de las preocupaciones y alegrías de los demás miembros.
  • Ore por aquellos con necesidades especiales, nombrándolos en sus oraciones privadas.
  • Procure una personalidad accesible que facilite que los demás se sientan cómodos en su presencia.
  • Mantenga un estilo de vida transparente, es decir, no impida que los demás le conozcan tal cual usted es.

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Jn. 13:34,35).