Por Josué Hernández
¿Cuál
es el día especial que Dios apartó para la adoración de los
cristianos? La respuesta debiera ser obvia para todos, sin embargo,
hay confusión al respecto. Pero, ¿qué dice la Biblia?
Específicamente, ¿qué dice el Nuevo Testamento de Cristo al
respecto?
Lucas
nos informa que los discípulos en Troas se reunieron el primer día
de la semana para participar de la cena del Señor, es decir, para
“partir el pan” (Hech. 20:7). También aprendemos que el apóstol
Pablo instruyó a las iglesias para que cada una de ellas colectaran
de sus miembros en ofrenda a Dios el dinero para su obra local “Cada primer día de la semana” (1
Cor. 16:1,2; cf. 4:17). Sin embargo, no hay algún mandamiento para
que los cristianos se reúnan los sábados en lugar de los domingos y
guarden el día de reposo.
Algunos
insisten en afirmar que el sábado es el día del Señor, y por lo
tanto, el día correcto para que los cristianos adoren. Esta doctrina
se basa en una confusión de algunos hechos que enseguida
explicaremos.
La
observancia del día de reposo
Ciertamente
Dios bendijo el séptimo día y lo santificó. Génesis 2:3 nos
indica porqué lo hizo, pero no nos dice “cuándo” lo hizo. Dios
descansó de su obra creativa, pero el Génesis no dice que la
humanidad comenzó a guardar el día de reposo. Es más, no hay
evidencia de que Dios haya dado a la humanidad la observancia del día
de reposo.
Considere
lo siguiente. El lenguaje de Génesis 2 no indica alguna instrucción
para guardar el día de reposo. Ninguno de los antiguos hombres de
Dios, por ejemplo, los patriarcas, guardaba el día de reposo. La
primera mención de indicaciones para comenzar a guardar el día de
reposo es revelada en el tiempo del Éxodo (Ex. 16), de lo cual
aprendemos que Dios mandó observar el día de reposo al pueblo de
Israel, como luego la misma Biblia indica (Deut. 5:12-15; Neh.
9:13,14). La observancia del día de reposo, es decir, el sábado,
fue dada como señal entre Dios e Israel (Ex. 31:12-18). Dios nunca
mandó a los cristianos a guardar el día de reposo.
¿La
observancia del día de reposo será para siempre?
Algunos
enfatizan pasajes donde se indica que la guarda del día de reposo
era un pacto perpetuo (Ex. 31:16) y para siempre (Ex. 31:17). Por lo
tanto, afirman que la guarda del día de reposo no sería quitada
jamás.
El
problema para esta doctrina es tremendo. Considérese que estos
términos se indicaron también para varias otras disposiciones de la
ley de Moisés, como por ejemplo, la pascua (Ex. 12:14), el
sacerdocio de Aarón y su vestimenta requerida (Ex. 28:40-43), las
lámparas del tabernáculo (Ex. 27:20,21), la ofrenda mecida (Ex.
29:28), el día de la expiación (Lev. 16:29), entre varios otras
disposiciones perpetuas o eternas.
Lo
que Dios dijo del sábado a su pueblo Israel, es que ellos lo
celebrarían “por sus generaciones por pacto perpetuo” (Ex.
31:16) mientras continuaran siendo su pueblo guardando la ley de
Moisés (Ex. 19:5,6; 34:27,28).
La
ley de Moisés y sus sacrificios no eran adecuados para quitar los
pecados (Heb. 10:1-4), y lo que indicaba esta legislación era de
naturaleza temporal (Gal. 3:19). Por una lectura cuidadosa aprendemos
que la ley ha sido quitada (Gal. 2:24,25) porque fue dada “hasta
que viniese la simiente”, es decir, Cristo (Gal. 3:19), quien la
clavó en la cruz (Col. 2:14) y la abolió (Ef. 2:14), para
establecer su Nuevo Pacto (Heb. 10:9; 9:15; 7:12). No es fidelidad a
Cristo el guardar una ley a la cual no estamos sujetos (Rom. 7:1-7).
El
apóstol Pablo nos enseña que nadie nos debe juzgar en base a los
mandamientos dados por Dios al Israel del Antiguo Testamento: “Por
tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de
fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo
que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2:16,17).
El
sábado semanal les recordó a los israelitas del Antiguo Testamento
sobre su identidad como nación: Siervos de Dios, redimidos de la
esclavitud en Egipto. Así también, cuando nos reunimos los
domingos, nosotros los cristianos pasamos a la mesa del Señor y
recordamos quiénes somos: Siervos de aquel que nos redimió del
pecado con su sangre, que resucitó de entre los muertos un primer
día de la semana, es decir, un domingo (Mar. 16:2), y que volverá
por nosotros en el día final (Hech. 1:11).