“Andad sabiamente para con los de afuera”


 
Por Josué I. Hernández

 
Pablo exhortó a los colosenses de la siguiente manera, “Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo” (Col. 4:5, LBLA).
 
Hay poderosas razones por las cuales los cristianos querrían vivir de esta manera. En primer lugar, minimizar la persecución. Existe un conflicto natural entre el bien y el mal, entre la verdad y el error, y aquellos que siguen esos dos caminos. “Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos” (2 Tim. 3:12, LBLA). Por supuesto, esto no significa que estaremos dispuestos a renunciar a la verdad para evitar problemas, “Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres” (Rom. 12:18, LBLA).
 
Además de lo anterior, reconocemos que la conducta sabia hacia los de afuera es la forma de ganarlos para Cristo. Sencillamente, muchos de los que no querrían inicialmente participar con nosotros en un estudio bíblico, observarán el sermón que predicamos con nuestros hechos. “Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16, LBLA).
 
“El mundo está más interesado en nuestro andar que en nuestro hablar. En palabras de Edgar Guest: «Prefiero ver un sermón que oírlo». Esto no significa que el cristiano no deba confesar también a Cristo con su boca, sino que su manera de andar corresponda con sus palabras. Nunca se debería decir de él: «Un habla sublime, un andar deprimente»… Cada día de nuestras vidas nos encontramos con oportunidades para dar testimonio del poder salvador del Señor Jesucristo. Al irse presentando estas oportunidades, deberíamos estar listos para aferrarnos a ellas. La palabra «aprovechar» implica que hay a menudo un coste involucrado en ello (gr. “exagorazo”, comprar, redimir). Pero, cueste lo que cueste, deberíamos estar dispuestos a compartir a nuestro precioso Salvador con aquellos que no le conocen” (W. MacDonald).
 
“El cristiano debe tener mucho cuidado, estar alerta, y nunca descuidar sus pasos. Debe mostrar claramente que se ha despojado del viejo hombre, y que se ha vestido del nuevo hombre. Esto requiere diligencia. El mundo está lleno de perversidad. Satanás ha colocado trampas en el camino para hacernos tropezar… A veces los miembros de la iglesia quieren atraer a la gente con argumentos, pero a veces ahuyenta a la gente con su vida (actitud, genio, habla, hechos). Los inconversos observan todo aspecto de la vida de los cristianos, algunos para saber más del evangelio y otros para buscar ocasión contra ellos” (W. Partain).
 
Consejos para andar con sabiduría para con los de afuera
 
Para empezar, demuestre su interés en los de afuera. Es cierto que las malas asociaciones corrompen las buenas costumbres (1 Cor. 15:33), y, por lo tanto, debemos ser prudentes como serpientes e inocentes como las palomas (Mat. 10:16). Sin embargo, no debemos olvidar que el reino de los cielos es como levadura (Mat. 13:33). Entonces, ¿cómo podríamos influir en los demás si evitamos todo contacto con ellos, y estamos tan preocupados por nuestros asuntos que olvidamos que necesitan de nuestra ayuda?
 
Dios tiene un plan para nosotros en este mundo: “Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo. Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona” (Col. 4:5,6, LBLA).
 
La palabra de represalia, el tono áspero, el lenguaje grosero y amargado, el chisme, la mentira, la broma necia, ¿demostrarán al mundo que tenemos la mente de Cristo? El comentar con los de afuera los problemas de la iglesia, ¿persuadirá al perdido a que obedezca al evangelio?
 
Cuando nos esforzamos por enseñar la verdad no debemos corregir de una vez todos los errores de pensamiento y terminología. Debemos ser pacientes. Debemos reconocer el terreno común. Debemos empezar por lo básico, y reconocer el nivel de comprensión de quienes queremos rescatar para Cristo.
 
En la medida de lo posible, debemos aprender a respetar las costumbres inocentes de los de afuera. Pablo escribió, “A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos. Y todo lo hago por amor del evangelio, para ser partícipe de él” (1 Cor. 9:22,23; LBLA; cf. 1 Cor. 10:32-11:1).
 
La forma en que hacemos negocios debe subordinarse a la palabra de Cristo. Si alguno está muy ocupado por hacer dinero, no tendrá tiempo para hacer tesoros en el cielo. El que miente y engaña para ganar dinero, se parece más a Judas que a Jesús. ¿Podremos predicar el evangelio eficientemente cuando vivimos atacando la billetera de los de afuera?
 
Pablo insistía en una conducta honrada para con los de afuera: “y a que tengáis por vuestra ambición el llevar una vida tranquila, y os ocupéis en vuestros propios asuntos y trabajéis con vuestras manos, tal como os hemos mandado; a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada” (1 Tes. 4:11,12, LBLA).
 
Si aprendemos a reaccionar frente a nuestros enemigos y caminamos según el Espíritu (cf. Rom. 12:17; Gal. 5:19-23), seguramente andaremos con sabiduría para con los de afuera. De la misma manera, si andamos con gozo, gentileza y sin afán (Fil. 4:4-7), nuestra conducta adornará maravillosamente las buenas nuevas del evangelio (cf. Tito 2:10).
 
Sin duda alguna, el que se comporta con sabiduría hacia los de afuera ganará almas para Cristo (Prov. 11:30).