¿Democracia en una iglesia de Cristo?



Por Josué I. Hernández

 
La democracia es el sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes, una manera de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía que expresa su voluntad mediante la votación. Pero, la iglesia en su sentido universal no es una democracia, sino una monarquía. Sencillamente, el pueblo que la compone se ha subordinado voluntariamente ante la autoridad y gobierno, es decir, reinado, de Jesucristo (cf. Sal. 110:3; Hech. 2:34-36; Col. 1:13).
 
Una iglesia del Señor, es decir, la iglesia en su sentido local tampoco es una democracia. Es más, implementar un sistema democrático es malo por las siguientes razones:
  • El gobierno de la mayoría no discrimina entre experiencia e inexperiencia en la palabra (cf. Heb. 5:12-14), y anula a quienes pueden dar dirección sabia al pueblo de Dios (cf. Prov. 11:14; 1 Cor. 6:5).
  • El gobierno de la mayoría anula la autoridad de los ancianos (cf. Hech. 20:28; Heb. 13:17), o de los varones, cuando aún no hay ancianos (cf. 1 Tim. 2:12; 1 Cor. 11:3), revirtiendo el patrón de autoridad que aprendemos en la palabra de Cristo al otorgar la autoridad a una agrupación desconocida en el Nuevo Testamento, la mayoría.
  • El gobierno de la mayoría impone un tipo, o clase, de predicación, anulando la predicación que la iglesia necesita, y reemplazándola con la predicación que la mayoría quiere.
  • El gobierno de la mayoría genera desorden en la iglesia, y la deja en un estado de incertidumbre según el vaivén de la voluntad de la mayoría que la dirige.
  • El gobierno de la mayoría es enemigo de Cristo, porque no se sujeta a su autoridad (Mat. 28:18; Ef. 1:22).
  • El gobierno de la mayoría es enemigo del pueblo de Dios que procura servirle ordenadamente.
  • El gobierno de la mayoría es el resultado de la desinformación y/o la rebeldía, es decir, de la ignorancia de la autoridad de Cristo y/o el rechazo de ella.
 
La democracia se basa en la voluntad de la mayoría que dicta las decisiones y las políticas que se toman. Si bien muchos ven esto como un ideal en la política y la sociedad, no es la forma en que el Señor quiere que funcione su iglesia. En cambio, el Señor espera que cada iglesia local sea dirigida por una pluralidad de ancianos que supervisen el rebaño (cf. 1 Ped. 5:1,2).