Firmes con la armadura de Dios

 
Por Josué I. Hernández

 
Casi finalizando su epístola, Pablo dijo a los efesios, “Por lo demás, hermanos míos” (Ef. 6:10), comenzando así a dibujar su conclusión, la conclusión a una epístola en la cual ha descrito maravillosamente:
  • La posesión del cristiano (“toda bendición espiritual”, cap. 1).
  • La posición del cristiano (“conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios”, cap. 2,3).
  • El objetivo del cristiano (“andar como es digno de su llamado”, cap. 4-6).
 
El plan de llevar a cabo con eficiencia nuestro “propósito”, requerido en los últimos capítulos de la epístola a los efesios, despertaba la preocupación de Pablo para que cada santo se fortalezca en el Señor (Ef. 6:10-20).
 
La fuente de esta fuerza (Ef. 6:10,11).
 
Según podemos leer, esta fortaleza proviene del Señor, debido a lo cual, el apóstol dijo “fortaleceos en el Señor”, y agregó, “y en el poder de su fuerza”.
 
Indudablemente, hay fuerza y poder disponibles para cada cristiano, tal como Pablo lo indicó anteriormente (Ef. 1:19; 3:16; 3:20), cosa que también señaló a los filipenses (Fil. 2:12,13; 4:13).
 
Esta fuerza en el Señor es representada bajo la figura de una armadura, es decir, “la armadura de Dios”. Armadura que necesitamos vestir, y sin la cual no hay fortaleza.
 
“Cada cristiano debe prepararse con un "traje" completo de armadura. Es algo que llevar, y no algo que ver y admirar. Debemos hallar nuestra fuerza en el Señor” (W. Partain).
 
La necesidad de esta fuerza (Ef. 6:11-13).
 
Sin esta “armadura” será imposible permanecer firmes contra las asechanzas del diablo (cf. 2 Tes. 3:3; 1 Jn. 2:13,14). Satanás usa de “asechanzas” (gr. “methodeia”, artes astutas, artimañas, engaños, trampas, mañas, trucos, tretas), y no debemos ignorar sus maquinaciones (2 Cor. 2:11).
 
“El diablo existe. No es una ilusión. Es una persona, un espíritu maligno que no tiene cuerpo pero sí existe. Es llamado "Satanás" que significa "adversario"; lucha sin cesar en contra de Dios y su pueblo. Tiene un ejército, bien organizado. Tiene sus huestes. El campo de batalla es el corazón humano (2 Cor. 3:4-5). Tanto el diablo, como el Señor, quieren tomar posesión del corazón humano” (W. Partain).
 
Entre las tácticas de Satanás están las siguientes: 1) Cegar la mente a través de la falsa doctrina (2 Cor. 4:3,4; 1 Tim. 4:1-3). 2) Tentar para que el mundo se sujete a la carne (Ef. 2:1-3). 3) Instar la persecución sobre el pueblo de Dios (1 Ped. 5:8,9).
 
“[Satanás] es el "príncipe de este mundo" (Jn. 12:31); es el "dios de este siglo" (2 Cor. 4:4). Usa "lazos" (1 Tim. 3:7; 2 Tim. 2:26), y tiene muchos cautivos (2 Tim. 2:26), pero Cristo lo derrotó, e hizo posible la libertad para todos (Heb. 2:14-15). Esto demuestra que Satanás no tiene poder ilimitado. Podemos escapar de sus tentaciones (1 Cor. 10:13), y podemos resistirlo (Stg. 4:7; 1 Ped. 5:8,9)” (W. Partain).
 
La necesidad de “la armadura de Dios” es notoria cuando consideramos la clase de lucha en la cual estamos. Pablo enfatizó la necesidad de ser capaces de luchar contra un ejército espiritual, “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne”.
 
Hay fuerzas demoníacas contra nosotros, y aunque no afirmamos la “posesión demoníaca” como en los días de Cristo y sus apóstoles, creemos que hay influencias que operan en el ámbito de la mente (1 Tim. 4:1-3) con el permiso de cada persona (cf. Luc. 22:3; Hech. 5:3; 1 Tim. 4:1-3).
 
“Recuérdese que esta lucha tiene que ver con ideas, enseñanzas y filosofías, para ganar la mente y el corazón del hombre. Es por eso que Satanás siempre ha tenido tantos falsos maestros y engañadores en el campo religioso” (W. Partain).  
 
Las fuerzas demoníacas que se nos oponen fueron descritas de la siguiente forma: “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.
 
“Las cuatro designaciones militares describen los diferentes estratos y rangos de esos demonios y el imperio sobrenatural de maldad en el que operan. Las fuerzas de la oscuridad de Satanás están estructuradas con cierta complejidad para tener éxito en sus iniciativas más destructivas” (J. F. MacArthur).
 
“Es un hecho más allá de la negación que el mundo pagano antiguo estaba organizado siguiendo patrones de maldad, y todo el complejo pagano de la antigüedad estaba encajado, encadenado y entretejido de tal manera que prohibía la noción de que un mundo tan extenso, poderoso, efectivo y la sociedad pagana arrogante fue simplemente accidental. Satanás lo había organizado. Además, el mal todavía está organizado; y la organización presupone un organizador” (J. B. Coffman).
 
La naturaleza de esta fuerza (Ef. 6:14-20)
 
Dos veces Pablo indicó que debemos usar “toda la armadura de Dios” (v.11,13), y especificó las razones: “para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo” (LBLA), “para que podáis resistir en el día malo” (LBLA), “y manteneros firmes después de haber vencido” (JER).
 
“toda la armadura de Dios” involucra:
  • La verdad, como cinto. Una vida unida con sentido de dirección y propósito. Tal cual el cinto al cuerpo, la verdad es al alma. La verdad permite la libertad de movimiento (cf. Jn. 8:32; Heb. 12:1).
  • La justicia, como coraza. Protegerá nuestro corazón, nuestra vida. Una vida consagrada que libra de los golpes del maligno y esperanza el corazón (cf. Jos. 24:15; 1 Tes. 5:8).
  • El evangelio de la paz, para no avanzas descalzos. El poder de Dios para salvación (Rom. 1:16,17). Un caminar de bendición para muchos (cf. Rom. 10:15).
  • La fe, como escudo. La fuerte convicción de las promesas y advertencias de Dios. La confianza plena en la palabra de Dios (Rom. 10:17).
  • La salvación, como yelmo. Esta es la esperanza de la salvación (1 Tes. 5:8). Protege nuestra cabeza, es decir, nuestra mente de la desesperación y el miedo.
  • La palabra de Dios, como espada. La única arma ofensiva que tenemos (cf. Heb. 4:12). Esta espada hiere para salvación (Hech. 2:36,37; 7:54).
  • La oración, como medio de vigilancia. “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mat. 26:41). Oración persistente (Luc. 18:1-8), que involucra a todos los santos (Ef. 6:19,20).
 
Conclusión
 
Cuando usamos toda la armadura de Dios somos fuertes en el Señor y el poder de su fuerza. Con el poder del Señor podemos resistir, mantenernos firmes y triunfar. La decisión de usar toda la armadura de Dios depende de nosotros.
 
Esta maravillosa epístola es concluida por Pablo con un comentario acerca de Tíquico (Ef. 6:21,22), y con una palabra de bendición: “Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén” (Ef. 6:23,24).

 
¿Estamos usando toda la armadura de Dios?


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