Lo que debemos saber a pesar de lo que sentimos

 


Por Josué I. Hernández

 
No nos “sentimos” bien cuando sufrimos, no es nada entretenido, o placentero, el sufrir diversas pruebas. Pero, a pesar de lo que sentimos, hay cosas que podemos “saber”, las cuales han de conducirnos por el buen camino. A esto se refiere Santiago cuando dijo, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Sant. 1:2,3).
 
Necesitamos aprender el bien que puede resultar de las diversas pruebas (Sant. 1:3-5), y saber que Dios quiere ayudarnos a pesar de ellas (Sant. 1:6-8). Además, tenemos otro componente que Santiago nos presenta: “El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas” (Sant. 1:9-11).
 
Aquel que es pobre puede disfrutar de la dignificación en Cristo, lo cual es su más grande ganancia que le ha sido dada (cf. 1 Tim. 6:6). Del mismo modo, el rico debe humillarse ante Dios para aceptar el perdón de los pecados que no pudo comprar. El rico puede gloriarse en esta humillación que ha resultado en su bendición (cf. 1 Tim. 6:17).
 
Nuestras circunstancias externas, es decir, socioeconómicas, no hacen la diferencia delante de Dios. A su vez, tales circunstancias no deben importarnos, a pesar de lo que sintamos, para distraernos de lo que debemos hacer. Lo importante es saber reaccionar en medio de las pruebas de la vida que azotan a ricos y a pobres.
 
No se distraiga por su pobreza o por su riqueza. La prosperidad no es evidencia de alguna aprobación divina. El dinero no puede comprar el perdón de los pecados. Y recuerde, que si incluso, su situación económica se mantiene estable toda la vida, no es nada en comparación con la eternidad. En realidad, todos, en Cristo Jesús, son ricos o son pobres dependiendo de cómo se mire (cf. Apoc. 2:9; 3:17).