Las cosas secretas pertenecen a Jehová

 

 
“Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” 
(Deut. 29:29).


Por Josué I. Hernández

 
Esta declaración señala a la vida en general. Pero, ¿qué sería de nosotros si Dios nos hubiera revelado más cosas de las que reveló? ¿Tendríamos más fe en él? ¿Qué clase de persona somos con lo que Dios nos ha revelado en la Biblia? ¿Nos enfocamos en la revelación o en la ausencia de ella?
 
Como cristianos, debemos confiar en todo lo que Dios ha revelado (cf. Rom. 10:17; 15:4), y estar satisfechos con ello (cf. 1 Cor. 4:6; Ef. 3:4; 5:17). Dios no ha querido satisfacer nuestra curiosidad, sino bendecirnos con su palabra (cf. Jos. 1:8; Sal. 19:7-14; 1 Jn. 5:3).
 
Admitimos que no lo sabemos todo. Hay cosas que la Biblia no dice, cosas ocultas que sólo Dios sabe. No obstante, Dios ha expuesto en la Biblia lo suficiente para que le obedezcamos (Deut. 29:29; cf. Heb. 1:1,2; Mat. 17:5; Mat. 28:18; Jn. 12:48), y podemos estar seguros de la verdad (Jn. 8:32; 17:17; Ef. 1:13).
 
Dios quiere que le busquemos (Sal. 119:2,10; Prov. 8:17; Is. 55:6; Jer. 29:13; Hech. 15:15-18; 17:26,27; Heb. 11:6), y podemos estar seguros de su existencia (Rom. 1:18-21). Además, tenemos en la Biblia todo lo suficiente para que seamos madurados y equipados para toda buena obra (cf. 2 Tim. 3:16,17).
 
En la Biblia tenemos todo lo que necesitamos saber (cf. 2 Ped. 1:3; Jud. 3). Todo lo necesario para nuestra salvación (cf. Rom. 1:16,17). ¿Apreciamos esto?