“Por esto, mis amados
hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para
airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual,
desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual
puede salvar vuestras almas” (Sant. 1:19-21).
Por Josué I. Hernández
Debemos oír atentamente
Debemos oír con
mansedumbre, humildad
Debemos oír con ligereza
Debemos oír con
espíritu sosegado
Debemos oír
contemplativamente