La lectura
de las Escrituras es vital para oír la voz de Dios. Pero, si las Escrituras son
leídas de manera indiferente, o descuidada, bendiciones perderemos. A menudo se
piensa en Nehemías como un gran constructor, debido a su trabajo de construcción
de los muros de Jerusalén. Sin embargo, primeramente, Nehemías fue un constructor
espiritual. Pocos días luego de concluir los muros de Jerusalén, la nación se
reunió para un gran avivamiento espiritual (Neh. 8). La parte más importante de
esta reunión fue la lectura de las sagradas Escrituras por Esdras.
Una lectura planificada
Sobre una
plataforma adecuada para la ocasión (una suficientemente grande para catorce
hombres, Neh. 8:4) Esdras leyó en el libro de la ley (Neh. 8:3) mientras todos
estaban atentos cada uno en su lugar (Neh. 8:3,5,7) según el acuerdo de
reunirse para ello (Neh. 8:1). No sabemos cuáles secciones de la ley fueron
leídas, sin embargo, sabemos del orden, la decencia y la reverencia piadosa de
aquella lectura pública bien organizada.
Una lectura visual
El libro de
la ley fue abierto a la vista de todo el pueblo (Neh. 8:5), es decir, Nehemías desplegó
el rollo para leer públicamente lo que todos ansiaban oír. No condeno el uso de
las “Biblias electrónicas”, simplemente señalo la limitación de ellas al
impedir contemplar el contexto de una determinada declaración. Sencillamente, soy
de la viaja escuela. Me gusta llamar la atención a lo que la “Biblia física” indica.
La imagen visual de una Biblia siendo ojeada para indicar un “escrito está” tiene
impacto en el auditorio.
Una lectura reverente
Como adelantamos
arriba, esta fue una lectura reverente, “Y abrió Esdras el libro a la vista de
todo el pueblo, pues él estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió,
todo el pueblo se puso en pie” (Neh. 8:5, LBLA), “y se humillaron y adoraron a
Jehová inclinados a tierra” (Neh. 8:6). Sin duda alguna entendían que cuando se
leen las sagradas Escrituras Dios está hablando al hombre.
Una lectura extensa
La lectura
no fue breve, “Y leyó en el libro… desde el alba hasta el mediodía” (Neh. 8:3).
Leer unos pocos versículos es algo que muchos aprecian, pero ¿por qué se evita
una lectura más extensa? ¿Es aburrido? ¿Nos quedaríamos dormidos? ¿Nos
desconcentramos? ¿Queremos que la predicación termine pronto? ¿Valoramos más
los comentarios del texto, y la manera de predicación de alguno, que la lectura
del texto en sí? Por cierto, si el pueblo tomó asiento en algún momento,
Nehemías no lo menciona.
Una lectura clara
Trece
levitas explicaron la ley al pueblo (Neh. 8:7,8), exponiendo, e incluso,
traduciendo, el mensaje escrito en hebreo al arameo de la multitud. ¿Qué
aprendemos de esto? Un buen lector de la Biblia está familiarizado con el
texto, habla claramente, pronuncia adecuadamente, lee con expresividad, el
bendito mensaje de Dios.
Una lectura al corazón
El pueblo
lloró (Neh. 8:9), entendió (8:12), aprendió (8:14) y obedeció (Neh. 8:18). Sin
duda alguna, una reunión provechosa en la cual se leyó adecuadamente la bendita
palabra de Dios, “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la
ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y
decretos” (Esd. 7:10).