Leyendo las Escrituras

 
Por Josué I. Hernández

 
La lectura de las Escrituras es vital para oír la voz de Dios. Pero, si las Escrituras son leídas de manera indiferente, o descuidada, bendiciones perderemos.
 
A menudo se piensa en Nehemías como un gran constructor, debido a su trabajo de construcción de los muros de Jerusalén. Sin embargo, primeramente, Nehemías fue un constructor espiritual. Pocos días luego de concluir los muros de Jerusalén, la nación se reunió para un gran avivamiento espiritual (Neh. 8). La parte más importante de esta reunión fue la lectura de las sagradas Escrituras por Esdras.
 
Una lectura planificada
 
Sobre una plataforma adecuada para la ocasión (una suficientemente grande para catorce hombres, Neh. 8:4) Esdras leyó en el libro de la ley (Neh. 8:3) mientras todos estaban atentos cada uno en su lugar (Neh. 8:3,5,7) según el acuerdo de reunirse para ello (Neh. 8:1). No sabemos cuáles secciones de la ley fueron leídas, sin embargo, sabemos del orden, la decencia y la reverencia piadosa de aquella lectura pública bien organizada.
 
Una lectura visual
 
El libro de la ley fue abierto a la vista de todo el pueblo (Neh. 8:5), es decir, Nehemías desplegó el rollo para leer públicamente lo que todos ansiaban oír. No condeno el uso de las “Biblias electrónicas”, simplemente señalo la limitación de ellas al impedir contemplar el contexto de una determinada declaración. Sencillamente, soy de la viaja escuela. Me gusta llamar la atención a lo que la “Biblia física” indica. La imagen visual de una Biblia siendo ojeada para indicar un “escrito está” tiene impacto en el auditorio.
 
Una lectura reverente
 
Como adelantamos arriba, esta fue una lectura reverente, “Y abrió Esdras el libro a la vista de todo el pueblo, pues él estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso en pie” (Neh. 8:5, LBLA), “y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra” (Neh. 8:6). Sin duda alguna entendían que cuando se leen las sagradas Escrituras Dios está hablando al hombre.
 
Una lectura extensa
 
La lectura no fue breve, “Y leyó en el libro… desde el alba hasta el mediodía” (Neh. 8:3). Leer unos pocos versículos es algo que muchos aprecian, pero ¿por qué se evita una lectura más extensa? ¿Es aburrido? ¿Nos quedaríamos dormidos? ¿Nos desconcentramos? ¿Queremos que la predicación termine pronto? ¿Valoramos más los comentarios del texto, y la manera de predicación de alguno, que la lectura del texto en sí? Por cierto, si el pueblo tomó asiento en algún momento, Nehemías no lo menciona.
 
Una lectura clara
 
Trece levitas explicaron la ley al pueblo (Neh. 8:7,8), exponiendo, e incluso, traduciendo, el mensaje escrito en hebreo al arameo de la multitud. ¿Qué aprendemos de esto? Un buen lector de la Biblia está familiarizado con el texto, habla claramente, pronuncia adecuadamente, lee con expresividad, el bendito mensaje de Dios.
 
Una lectura al corazón
 
El pueblo lloró (Neh. 8:9), entendió (8:12), aprendió (8:14) y obedeció (Neh. 8:18). Sin duda alguna, una reunión provechosa en la cual se leyó adecuadamente la bendita palabra de Dios, “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esd. 7:10).


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