El vestuario y la piedad

 


“se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia” (1 Tim. 2:9).


Por Josué I. Hernández 
 

El vestuario del pueblo de Dios debe concordar con la piedad del evangelio. En este pasaje el apóstol Pablo menciona el patrón divino para el vestuario de quienes “profesan la piedad” (1 Tim. 2:10). En fin, la ropa que usamos hace una declaración pública de nuestro carácter.
 
Aunque estos versículos están dirigidos específicamente a las mujeres, los principios se aplican a todos, por la simple razón de que todos debemos vestirnos para no andar desnudos. Recuérdese que el concepto de lo que la Biblia denomina “desnudez” es aplicable tanto al hombre como a la mujer.
 
¿Cómo deben vestir los cristianos?
 
El atuendo del cristiano debe ser decoroso (gr. “kosmio”), es decir, bien organizado, ordenado armoniosamente, decente y, por lo tanto, respetable, lo cual no se refiere solamente a un arreglo artificial externo “sino a la vida interna, ciertamente pronunciándose y expresándose de una manera manifiesta en el comportamiento externo” (Trench, Synonyms). La idea es la de “arreglar”, “poner en orden” o “alistar” reflejando un corazón santo y adornado con castidad.
 
El atuendo del cristiano debe ser pudoroso (gr. “aidos”), en otras palabras, expresando un sentido de moderación, vergüenza y recato, una elocuente cohibición de exhibir el cuerpo. El pudor “siempre detendría a una persona buena de cometer un acto indigno” (Trench, Synonyms).
 
El atuendo del cristiano debe ser modesto (gr. “sofrosune”), es decir, expresando “recto juicio de la mente… cordura” (Vine), es decir, la solidez mental. La modestia “es aquel control interno habitual del yo, con su refrenamiento constante de todas las pasiones y deseos, que estorbaría que surgiera la tentación sobre estas, o en todo caso que surgiera con tal fuerza que venciera los controles y las barreras que el pudor le opusiera” (Trench, Synonyms).
 
Conclusión
 
El vestuario del pueblo de Dios ha de exhibir al mundo la piedad del evangelio, por cuya consecuencia hasta la manera de vestir ha cambiado.
 
El cristiano predica con su ropa, reflejando así la conversión de “de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios” (Hech. 26:18).