La fe de Rahab

 


Por Josué I. Hernández

 
Abraham es el epítome de un hombre de fe. Pablo lo llamó “padre de todos los creyentes” (Rom. 4:11). ¿Quiénes son estos que creen? Pablo responde indicando que son aquellos que también “siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham” (Rom. 4:12; cf. Gal. 3:9). Santiago usa a Abraham para ilustrar que la fe aceptable es la fe obediente (Sant. 2:21-24).  
 
Luego de indicar el ejemplo de Abraham, Santiago nos lleva a considerar el caso de Rahab, “Y de la misma manera, ¿no fue la ramera Rahab también justificada por las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?” (Sant. 2:25, LBLA). La historia de Rahab está registrada en Josué 2:1-21 y concluye en Josué 6:22-25.
 
En muchos sentidos es difícil imaginar dos personajes históricos más diferentes que Abraham y Rahab. Además, de ser géneros opuestos, él era hebreo y ella una gentil, él era un hombre recto y piadoso y ella una ramera, él era el progenitor del pueblo escogido de Dios y ella era una ciudadana de una nación maldita.
 
Estas diferencias pueden ser la razón por la que Santiago eligió a Rahab como su segundo ejemplo. Juntos, un patriarca y una prostituta ilustran la universalidad del principio de que la fe salvadora se demuestra y perfecciona en las obras.
 
Una lectura cuidadosa de Josué 2 revela la conveniencia de seleccionar a Rahab como ejemplo. En su declaración a los espías, Rahab dijo, “Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto…” (Jos. 2:10), luego agregó, “…Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Jos. 2:11). Simplemente Jericó estaba desmoralizada, todos sabían del poder de Jehová Dios, simplemente, todos creyeron y tuvieron una reacción emocional ante la verdad. Pero, solamente Rahab actuó de acuerdo con su fe al pedir misericordia, y al ponerse del lado de Dios y su pueblo, y hacer todo lo que pudo por ayudar a los espías. La fe salvadora obra, independientemente de lo que hagan los demás.
 
La fe activa de Rahab fue recompensada con más que la liberación, y un lugar entre el pueblo de Dios (Jos. 6:25). Dios también le hizo un lugar en el linaje de Jesús nuestro Señor (Mat. 1:5) y la incluyó entre los héroes de la fe (Heb. 11:31).
 
 
“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Sant. 2:26).