Obedeciendo a Jesús

 
Por Josué I. Hernández

 
En las bodas de Caná, en Galilea, María dijo a los que servían: “Haced todo lo que os dijere” (Jn. 2:5). Esta sencilla indicación de María es digna de nuestra consideración. María no se refería a ningún otro sino a Jesús. Es necesario oír a Jesús y hacer lo que él ha indicado (cf. Heb. 1:1,2).
 
Es sabio oír y poner en práctica las palabras de Cristo, “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mat. 7:24).
 

Consideremos algunas cosas que Jesús dijo que debemos hacer:
  • Debemos recibir las palabras de sus apóstoles, “De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (Jn. 13:20; cf. Mat. 28:20; 1 Cor. 14:37).
  • Debemos creer en el evangelio y ser bautizados para llegar a ser salvos, “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mar. 16:15,16; Hech. 2:38-41; 22:16).
  • Debemos adorar en espíritu y en verdad, “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn. 4:24; cf. 1 Cor. 14:40).
  • Debemos participar de la cena del Señor de la manera que él lo ha establecido, “y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Cor. 11:24,25; cf. Hech. 20:7).
  • Debemos usar nuestros oídos para escuchar lo que Jesús dice, “El que tiene oídos para oír, oiga… Mirad, pues, cómo oís” (Luc. 8:8,18; cf. Sant. 1:19-25).
 
En fin, las palabras no impresionan a Dios, y el oír por sí mismo no hace la diferencia. La obediencia a Jesucristo es necesaria, “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Heb. 5:9).


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