Tres cosas imprescindibles

 


Por Josué I. Hernández

 
Hay mucha variedad disponible de carros. Algunos son lujosos, y aumentan la comodidad y la diversión al conducir, sin embargo, no hacen algo adicional para que el carro sea más capaz de llevarnos hacia nuestro destino. Incluso, en los modelos más básicos se incluyen muchos artilugios de los que podríamos prescindir. No obstante, algunas cosas son imprescindibles, por ejemplo, el motor, el volante, los frenos, etc.
 
El autor a los hebreos señaló tres cosas que son indispensables para llegar al cielo. Es decir, no hay salvación posible sin estas tres cosas.
 
La sangre de Jesús. “Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb. 9:22). No sirve cualquier sangre. La sangre de toros y machos cabríos santificaba ritualmente, o ceremonialmente, pero no proveía el perdón real (“santifican para la purificación de la carne”, Heb. 9:13). Como dice el autor inspirado, “porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (Heb. 10:4). “pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Heb. 10:12). “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb. 9:12). “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb. 9:14). La sangre de Jesús es imprescindible.   
 
La fe. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6). Dios condiciona nuestra salvación a la fe. Dicho de otro modo, no hay gracia sin fe. Debemos confiar en Dios, en sus provisiones, en sus advertencias, y en sus instrucciones. Esta clase de fe es una convicción obediente, como la de Abraham, “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8). No debemos comprender completamente, pero sí debemos confiar plenamente. La fe es imprescindible.  
 
La santificación. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Heb. 12:14). Santificar es apartar, consagrar, dedicar. La Biblia usa el concepto de santificación como el estado de ser apartado para Dios como la conducta apropiada a ese estado, “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor” (1 Tes. 4:3,4).
 
Así como la sangre de Cristo y la fe en Dios, la santidad es imprescindible. He aquí tres cosas esenciales en nuestro caminar diario con Dios. No hay salvación sin estas tres cosas.