Por Josué I. Hernández
Juan podía predicar sobre el amor y la gracia de Dios, y sin duda Juan habló de ello. Juan podía señalar a Jesús como el Hijo de Dios, para lo cual él estaba en una posición única (Jn. 1:29-34). Estoy seguro de que Juan predicó esto también. Juan predicó que el reino estaba cerca (Mat. 3:2), y aunque Herodes era un rey vasallo de Roma, la naturaleza del reinado de Jesús era tal que Herodes no habría decapitado a Juan por haber señalado la inminencia del reino de Dios. Todas estas cosas, “y otras muchas exhortaciones” (cf. Luc. 3:10-18) Juan las predicó, y al exponerlas no estaba en peligro de perder su vida.