Por Josué I. Hernández
Santiago nos anima a orar. Al principio de su
epístola afirma la voluntad de Dios de dispensar de su gracia cuando le pedimos
(1:5), y al final de su epístola nos recuerda nuevamente sobre la eficacia de
la oración (5:15). Al principio del capítulo cuatro, sin embargo, Santiago
señala dos cosas que comúnmente salen mal.
Primeramente, “no tenéis lo que deseáis,
porque no pedís” (Sant. 4:2). Algunos, simplemente, no estaban interesados
en orar. Algunos pueden pensar que están demasiado ocupados para hacerlo. Otros,
son autosuficientes, confiando en sus propios planes y esfuerzos (Sant.
4:13-17). Otros, reservan la oración solamente para emergencias. Sólo Dios sabe
cuantas bendiciones quedaron en el almacén de las bendiciones “porque no pedís”.
En segundo lugar, “Pedís, y no recibís,
porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Sant. 4:3). La oración
nunca no ha sido diseñada para ser una lista de “quiero esto, y esto otro
también”, es decir, “dame lo que quiero, ahora mismo, y de la manera que quiero”.
El epicentro de toda oración justa debe ser la actitud del Salvador cuando
enfrentó la cruz, “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc. 22:42).
Santiago dijo, “Pedís y no recibís porque
pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestros deseos de placeres”
(4:3, JER). El verbo “gastar” (RV1960) o “malgastar” (JER), es el mismo usado
por Jesús para referirse al despilfarro del hijo pródigo (Luc. 15:14). En fin, usar
las cosas que Dios nos da para satisfacer el hedonismo siempre será un
desperdicio.
La oración es una actividad espiritual. Debe surgir
de corazones enfocados en la gloria y soberanía de Dios, no en uno mismo. Recordemos
dos cosas que Jesucristo dijo en el sermón del monte, “Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mat. 7:7), “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mat. 6:33).
“Y esta es la
confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,
él nos oye”
(1 Jn. 5:14).