Por Josué I. Hernández
El libro Santiago es un libro sencillo y franco. No es de extrañar que
Santiago, por tanto, comience la sección final con algunas preguntas prácticas para
su auditorio, preguntas que enfocan un problema ante el cual se debe reaccionar
adecuadamente.
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración” (Sant. 5:13). El sufrimiento es un concepto amplio. La variedad de
sufrimiento es tremenda. El sufrimiento puede incluir la enfermedad o el duelo,
el maltrato o la persecución, incluso la decepción y el desánimo.
Anteriormente, Santiago señaló que los cristianos han de enfrentar diversas
pruebas (Sant. 1:2; cf. 2 Tim. 4:5).
¿Cómo reaccionamos en tales circunstancias dolorosas? Santiago dice que
oremos. Las alternativas populares son diversas (alcohol, pastillas, quejas,
represalias, etc.), pero no solucionan el problema real, y dejan más arruinada
a la persona. En cambio, el pueblo de Dios debe orar sin cesar (1 Tes. 5:17).
¿Ha meditado sobre la calidad de sus oraciones? Algunos oran solamente
para quejarse, “¿por qué yo?... ¿Por qué debo afrontar esto?”. Ciertamente,
podemos elevar nuestras oraciones a un nivel superior. Recordemos, Santiago nos
enseña que oremos pidiendo sabiduría (1:5) la cual nos ayudará a lidiar con el
desafío ante nosotros y con los obstáculos que éste nos impone. Podemos orar por
fortaleza para soportar el peso que nos oprime (cf. Ef. 1:19; 3:16; 6:10,18;
Fil. 4:13) con paciencia (Sant. 5:10). Podemos pedir que el Señor nos ayude a
sufrir como es digno del evangelio (Fil. 1:27-30; 3:17; Tito 2:10; 3:1,2).
Podemos pedir por nuestros enemigos (Mat. 5:44) así como por nuestra actitud y
conducta ante ellos (Rom. 12:17-21). Sobre todas las cosas, podemos pedir que
nuestro buen Dios haga su voluntad (Mat. 6:10).
“La oración es la respuesta natural del corazón (en lugar de juramentos
vanos) a la aflicción. Es la acción del corazón que confía en el Padre
Celestial. En lugar de atribuir a Dios despropósitos (Job 1:22), como hacen
muchos en el tiempo de problemas (aflicciones), el cristiano va a Dios en
oración por alivio” (B. H. Reeves, Notas sobre Santiago).
¿Oramos como es debido para alcanzar misericordia y hallar gracia para
el oportuno socorro (Heb. 4:16)?