El apóstol Pablo indicó la triste realidad del mundo cegado a la verdad
bajo el poder de Satanás, “en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Cor.
4:4). Por el Espíritu Santo el apóstol Pablo llamó a Satanás “el dios de este
siglo”, literalmente, “el dios de esta era”. Ciertamente, él no es legítimamente
divino, pero es deidad para todos los que lo siguen. Satanás no nos ciega directamente, es decir, el no usa algún poder que
nos inhabilite y nos someta contra nuestra voluntad. Eso violaría nuestro libre
albedrío, y ciertamente, si Satanás pudiera hacer esto a uno, lo haría a todos. Como siempre, Satanás ciega con mentiras, usando de maquinaciones y artimañas
(cf. 2 Cor. 2:11; Ef. 6:11). Por ejemplo, Satanás miente sobre el evangelio,
sobre la persona de Jesús, sobre la Biblia y su credibilidad, sobre los miembros
de la iglesia, las consecuencias del pecado, el más allá, etc. Las mentiras de
Satanás pueden persuadir fácilmente a las personas porque, como dios de ellos,
él les promete mucho y exige tan poco. Parece tan sabio y ventajoso el
someterse al poder de las tinieblas (cf. Hech. 26:18; Col. 1:13), pero es el
más grave error que podamos cometer. Satanás ha convencido a muchos en nuestra época con la idea de que somos
el producto de un accidente, el Big Bang, en lugar de ser imagen y semejanza de
Dios (cf. Gen. 1:26; Hech. 17:26). Satanás ha convencido a personas inteligentes
para que crean que no hay diferencia entre un hombre y una mujer. Ha confundido
a nuestra sociedad a tal punto que muchos creen que está mal que una madre
perjudique a su hijo recién nacido, pero es perfectamente aceptable que ella lo
mate cuando está en su vientre. Ha confundido a muchos para que sigan la moda
que los exhibe como objetos sexuales. Satanás tiene muchos ministros hoy en día
(cf. 2 Cor. 11:14,15), y moviliza a los medios de comunicación para criticar
injustamente y hacer burla de las personas con convicciones, quienes se oponen
al curso que ha tomado la sociedad. Mientras que la mayoría se enamora de
cualquier cosa novedosa, y es alabada por su apertura y visión, los creyentes
en la Biblia son maltratados como arrogantes e intolerantes. El antídoto contra las mentiras de Satanás es la verdad de Dios. Así es
como lo planteó el apóstol Pablo, “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio
según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos
a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de
Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia
humana delante de Dios” (2 Cor. 4:1,2). Vamos a ocuparnos de la tarea de difundir la luz del evangelio
comenzando desde casa. Si hay alguna esperanza para el mundo, esa esperanza es
la verdad del evangelio.