Cegados a la verdad

 


Por Josué I. Hernández

 
El apóstol Pablo indicó la triste realidad del mundo cegado a la verdad bajo el poder de Satanás, “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Cor. 4:4).
 
Por el Espíritu Santo el apóstol Pablo llamó a Satanás “el dios de este siglo”, literalmente, “el dios de esta era”. Ciertamente, él no es legítimamente divino, pero es deidad para todos los que lo siguen.
 
Satanás no nos ciega directamente, es decir, el no usa algún poder que nos inhabilite y nos someta contra nuestra voluntad. Eso violaría nuestro libre albedrío, y ciertamente, si Satanás pudiera hacer esto a uno, lo haría a todos.
 
Como siempre, Satanás ciega con mentiras, usando de maquinaciones y artimañas (cf. 2 Cor. 2:11; Ef. 6:11). Por ejemplo, Satanás miente sobre el evangelio, sobre la persona de Jesús, sobre la Biblia y su credibilidad, sobre los miembros de la iglesia, las consecuencias del pecado, el más allá, etc. Las mentiras de Satanás pueden persuadir fácilmente a las personas porque, como dios de ellos, él les promete mucho y exige tan poco. Parece tan sabio y ventajoso el someterse al poder de las tinieblas (cf. Hech. 26:18; Col. 1:13), pero es el más grave error que podamos cometer.
 
Satanás ha convencido a muchos en nuestra época con la idea de que somos el producto de un accidente, el Big Bang, en lugar de ser imagen y semejanza de Dios (cf. Gen. 1:26; Hech. 17:26). Satanás ha convencido a personas inteligentes para que crean que no hay diferencia entre un hombre y una mujer. Ha confundido a nuestra sociedad a tal punto que muchos creen que está mal que una madre perjudique a su hijo recién nacido, pero es perfectamente aceptable que ella lo mate cuando está en su vientre. Ha confundido a muchos para que sigan la moda que los exhibe como objetos sexuales. Satanás tiene muchos ministros hoy en día (cf. 2 Cor. 11:14,15), y moviliza a los medios de comunicación para criticar injustamente y hacer burla de las personas con convicciones, quienes se oponen al curso que ha tomado la sociedad. Mientras que la mayoría se enamora de cualquier cosa novedosa, y es alabada por su apertura y visión, los creyentes en la Biblia son maltratados como arrogantes e intolerantes.
 
El antídoto contra las mentiras de Satanás es la verdad de Dios. Así es como lo planteó el apóstol Pablo, “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Cor. 4:1,2).
 
Vamos a ocuparnos de la tarea de difundir la luz del evangelio comenzando desde casa. Si hay alguna esperanza para el mundo, esa esperanza es la verdad del evangelio.