Dejar de quejarse

 


Por Josué I. Hernández

 
En medio de su discusión sobre la paciencia, Santiago incluye esta amonestación práctica, “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta” (Sant. 5:9).
 
Es un poco incierto si la opresión que estaba sufriendo el auditorio de Santiago provino exclusivamente de afuera o fue parcialmente de hermanos abusivos. Sea cual fuere el caso particular, Santiago advierte contra una de las expresiones más comunes de impaciencia: Quejarse.
 
Cuando las cosas no salen como queremos, tendemos a irritarnos. Incluso, los pequeños asuntos que de otro modo podríamos pasar por alto captan nuestra atención. Con demasiada frecuencia descargamos nuestra frustración en los demás, ya sea culpándolos injustamente o quejándonos de ellos, y contra ellos. Sí, el refunfuño es síntoma de un problema mayor (cf. Sant. 1:8; 4:8).
 
Santiago nos recuerda que estas quejas enfrentan un juicio severo, y el juez está justo en la puerta ingresando al tribunal para juzgar. Si bien podemos estar ansiosos de que el Señor intervenga extendiendo su mano poderosa, Santiago quiere que nos detengamos y consideremos si estamos listos para que él nos juzgue. ¿Lo estamos?