La fe viene por el oír

 


Por Josué I. Hernández
 
 
La fe es creencia, específicamente, una creencia que es lo suficientemente fuerte para gobernar la conducta, es decir, una fuerte convicción por la persuasión de la mente. La Biblia dice que la fe viene por oír la palabra de Dios (cf. Hech. 14:1; 15:7). Por lo tanto, la fe no es un salto a ciegas, o una ilusión, o una esperanza emocional. La fe no es algo que se tiene cuando Dios la implanta en el corazón. La fe es una conclusión razonable basada en el testimonio, en la evidencia. La fe es la respuesta de confianza por lo que Dios dice, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Rom. 10:17). Siendo este el caso, hay varias implicaciones.
 
Necesitamos una base bíblica para sustentar lo que creemos. No podemos conocer los pensamientos de Dios sin que él los comunique, así como no podríamos conocer los pensamientos de los demás sin que ellos los comuniquen (cf. 1 Cor. 2:11). Cuando alguien afirma, aparte de la sólida evidencia bíblica, “creo que es así”, aquella persona en realidad está comunicando una convicción personal que no está basada en la evidencia bíblica. Esta clase de convicción es fe, pero no es la fe salvadora.
 
La Biblia es una revelación objetiva dirigida por el Espíritu Santo, no por las reflexiones privadas de los escritores humanos involucrados en el proceso de revelación (cf. 2 Ped. 1:20,21). La validez de la fe salvadora se encuentra en su fundamento, en otras palabras, se basa en creer lo que ha dicho Dios de manera escrita (cf. Ef. 3:4; 2 Tes. 2:15; 3:6).
 
Cuando llegamos a este punto, es fácil reconocer una falacia común. Nos referimos a la falacia de afirmar que Dios aprueba alguna cosa simplemente porque él no dijo que no se pueda hacer tal cosa (“La Biblia no dice que no se pueda hacer”). Si pensamos cuidadosamente, evidentemente comprendemos que este razonamiento no está sustentado en lo que Dios ha dicho, sino en lo que él no dijo, es decir en la falta de comunicación. ¿Cómo podría alguno sustentar su fe en la falta de comunicación? ¡La fe salvadora no está basada en lo que Dios no dijo, sino en lo que él dijo!
 
Avanzando un poquito más, debemos enfocar la importancia de incluir todo (100%) lo que Dios ha dicho para tener una fe adecuada. El salmista dijo, “La suma de tu palabra es verdad” (Sal. 119:160). Podemos llegar a conclusiones erróneas si nuestra fe se basa solamente en una parte de lo que Dios dice sobre un tema. Por ejemplo, si alguno concluye que todo lo que se requiere para ser salvo es creer en Jesús (Mar. 16:15,16), está ignorando otros requisitos declarados como esenciales para la salvación, como son el arrepentimiento (Hech. 17:30,31), la confesión (Hech. 8:37; Rom. 10:9,10), y el bautismo (Hech. 22:16; 1 Ped. 3:21).
 
La fe requiere que creamos (“confiemos” en) todo el testimonio de Dios, la totalidad de la revelación escrita de Dios en la Biblia. No podemos simplemente descartar los versículos de la Biblia que contradicen nuestras tradiciones o doctrinas, o ambas.
 
Por último, debemos rechazar la noción popular de creencias contradictorias. La Biblia indica que hay un solo sistema de fe (Ef. 4:5) así como hay un Señor y un Dios. Dios no es autor de confusión (cf. 1 Cor. 14:33). La verdad no se contradice a sí misma. Dios ha hablado, y ha hablado en la Biblia. Simplemente, no hay tal cosa como “tu verdad” o “mi verdad”. Si diferimos, una de dos cosas está sucediendo, uno de nosotros está equivocado, quizás ambos lo estamos.
 
Los fariseos creían en la resurrección, los saduceos no (cf. Hech. 23:8). Jesús no dijo a los saduceos, “esta es sólo su interpretación”. Simple y llanamente Jesús les dijo que estaban errados y que ignoraban las Escrituras por su prejuicio (Mat. 22:29).
 
Sí, la fe viene por oír, y entre más atención demos a las cosas reveladas por Dios en su palabra, más fe tendremos a consecuencia de ello. Por lo tanto, que dediquemos más tiempo a estudiar la bendita palabra de Dios.