Por definición la fe es creencia. La palabra del Nuevo Testamento que se
traduce al español como “fe”, es la forma sustantiva del verbo que se traduce
como creer. Entonces, ¿por qué los traductores modernos usan constantemente “fe”
en lugar de “creencia”? Porque la idea en la mayoría de los contextos no es solo
la de creencia casual, o creencia académica, sino la de creencia al punto de la
confianza, es decir, la convicción que mueve a la voluntad. Detengámonos a
pensar en esto un momento, y veamos algunas cosas que la Biblia afirma sobre la
fe. La fe es el resultado de escuchar el evangelio de Cristo. La fe no es la
confianza en una ilusión, sino la convicción por el testimonio de las sagradas
Escrituras, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Rom.
10:17). “…Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del
evangelio y creyesen” (Hech. 15:7). La fe es esencial para agradar a Dios. La fe no es la creencia en Dios,
la persona de fe confía en Dios, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6). La fe es una condición para nuestra salvación. La fe no es la única
condición, pero es tan fundamental que a menudo se usa como un resumen de lo
que Dios requiere de cada uno de nosotros, “y que desde la niñez has sabido
las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por
la fe que es en Cristo Jesús” (2 Tim. 3:15). La fe es inútil si no se expresa en acción,“Hermanos míos, ¿de qué
aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe
salvarle? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma… Porque
como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está
muerta” (Sant. 2:14,17,26). La fe es parte de nuestra perspectiva rectora. Es decir, la realidad va
más allá de lo que podemos ver desde nuestra perspectiva humana, y por este motivo,
la persona de fe tiene en cuenta las realidades invisibles que Dios revela para
luego actuar en consecuencia, “porque por fe andamos, no por vista” (2
Cor. 5:7). La fe es lo que hace que las cosas invisibles sean reales para
nosotros, porque estamos convencidos ahora de lo que no vemos, y tenemos por
cierto lo que esperamos en Dios, “Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1). La fe es la victoria,“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn.
5:4). El mundo presenta muchos desafíos para el cristiano, pero mientras que el
mundo y sus deseos pasan, “el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre” (1 Jn. 2:17). Por lo tanto, podemos asumir que en Cristo somos
victoriosos por la fe.