Cristo reprendió a los fariseos

 
Por Josué I. Hernández

 
Frecuentemente, los obedientes son acusados de ser “fariseos”. He aquí una incomprensión general. Simplemente, no todos los fariseos fueron condenables (cf. Jn. 3:1; 7:50,51; 19:39; Mat. 27:57; Luc. 23:50-52; Hech. 23:6), y no todas las enseñanzas de los fariseos fueron malas (Mat. 23:2,3; Hech. 23:8). Este detalle importante detalle no lo debemos pasar por alto.
 
Los fariseos tenían convicciones fuertes, y eran celosos (cf. Rom. 10:2), obedeciendo minuciosamente la ley en muchos aspectos (Mat. 23:2,3,23; Hech. 26:4,5), esforzándose por hacer prosélitos (Mat. 23:15). Pero, este cuidado de los fariseos por los detalles no fue condenado (cf. Rom. 12:11). Cristo demanda que seamos cuidadosos (cf. Lev. 19:5; Col. 3:23; Tito 3:8). Ser descuidados no es algo digno de alabanza. Dios no aprecia la negligencia.
 
A pesar de lo anterior, generalmente los fariseos se caracterizaron por su desobediencia al adherirse a tradiciones que contradecían o invalidaban la ley de Dios (cf. Mat. 15:1-14). Ciertamente su doctrina era levadura (Mat. 16:6-12). Debido a lo cual, el Señor Jesús fue especialmente duro con ellos:
 
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!” (Mat. 23:23,24).
 
Primeramente, detengámonos a pensar en lo que no dice el pasaje. El Señor no les reprendió por centrarse demasiado en los detalles, en lugar de asuntos de más peso. Tampoco les reprendió por hacer algo innecesario. Por lo tanto, este pasaje no enseña que debemos seguir mandamientos de más peso en desmedro de otros que consideremos de “menor importancia”, ignorando lo que nos parezcan detalles, y/o enfocándonos en lo que nos parezca más importante.
 
En segundo lugar, es evidente que el Señor reprendió a los fariseos por su hipocresía, es decir, por aparentar piedad. Les reprendió por descuidar preceptos importantes de la ley, al enfocarse en cosas externas, en desmedro de cosas que involucraban un corazón bueno. Les reprendió por obedecer selectivamente, haciendo un énfasis inadecuado, y cumpliendo sólo una parte de la ley.
 
El Señor espera que hagamos todo lo que él ha mandado (Mat. 28:20). Él es el legislador (Sant. 4:12) y su palabra es ley (1 Cor. 9:21; Gal. 6:2; 2 Jn. 9). No tenemos libertad de enfatizar ciertos mandamientos y descuidar otros, como lo hacían los fariseos.
 
No son fariseos aquellos que enfatizan una cuidadosa obediencia a la palabra de Dios. Fariseos son aquellos que se toman la libertad de hacer un énfasis inadecuado con los mandamientos de Dios, y por lo tanto, desobedecen la ley de Dios:
  • Haciendo “obediencia selectiva”.
  • Enfocándose en cosas externas y descuidando el corazón.
  • Actuando con hipocresía.

¿Es bueno o es malo parecer un fariseo? 
Guardémonos de la levadura que nos rodea.


Entradas que pueden interesarte