Pocos

 


Por Josué I. Hernández

 
En los días de Noé “comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra” (Gen. 6:1), “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gen. 6:5). Entonces, Dios se arrepintió de haber hecho al hombre y le dolió en su corazón, y dijo: “Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado” (Gen. 6:6,7). “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Gen. 6:8). La historia la conocemos. Pocos fueron salvos. El apóstol Pedro escribió, “unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas por medio del agua” (1 Ped. 3:20, LBLA).
 
Dios ordenó a Moisés que hiciera un censo de los israelitas luego de sacarlos de la esclavitud en Egipto (Num. 1). “De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel” (Num. 1:3) fueron censados. En total fueron contados “seiscientos tres mil quinientos cincuenta” (Num. 1:46). Este total no incluía a los levitas (Num. 1:47). Luego, cuando llegó el momento de conquistar Canaán, los israelitas se resistieron (cf. Heb. 3:18,19) al apoyar el argumento de la mayoría de los espías que decían que los cananeos eran demasiado fuertes (Num. 13:31-33). Solo dos de los espías, Josué y Caleb, argumentaron que Dios les daría la victoria (Num. 14:4-9). Sin embargo, la congregación de los hijos de Israel rechazó las palabras de Josué y Caleb (Num. 14:10). Entonces, Dios anunció su veredicto, “En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí” (Num. 14:29). La Biblia nos informa que de los 603.550 censados, solo dos entraron en Canaán, Josué y Caleb (Num 14:38; Jos. 14:6). Sólo unos pocos.
 
Jesucristo, a través del apóstol Juan, escribió a la iglesia en Sardis. ¿Qué tan grande sería aquella congregación? No lo sabemos. Sin embargo, sabemos que estaban muertos a pesar de su reputación de vitalidad, y el Señor les amonestó diciendo, “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apoc. 3:3). Luego, el Señor agregó, “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas” (Apoc. 3:4).
 
Pocos serán salvos dijo el Señor (Mat. 7:13,14). Si bien en el Apocalipsis leemos de una gran multitud de salvos (Apoc. 7:9-17), siempre son pocos en relación con la mayoría. Es decir, la noción general de que la mayoría será salva es radicalmente errónea.
 
El punto, por supuesto, no es cuántos serán salvos. El punto es si yo estoy entre los salvos, si formo parte de ese grupo. En cierta ocasión alguien le preguntó a Jesús “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”, y él respondió, “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Luc. 13:23,24).