“Aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de
Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 Sam. 18:1).
Por Josué I. Hernández
Jonatán y David llegaron a ser grandes amigos. Jonatán no vio a David
como a una amenaza, ni mucho menos. Sus almas estabas unidas, incluso más que a
sus propios hermanos (cf. Prov. 18:24). Ciertamente, su amistad era fuerte
debido a su mentalidad y fe comunes, al punto que la Biblia no escatima espacio
para indicar su mutuo amor de amigos (cf. 1 Sam. 18:3,4; 2 Sam. 1:25,26). Cuando Saúl, el padre de Jonatán, amenazó a David y comenzó la caza de
su vida, Jonatán arriesgo su integridad para proteger a su amigo (cf. 1 Sam.
20:4-42). La amistad es una maravillosa bendición que se ha de cultivar y nutrir. Al
igual que Jonatán y David, los amigos son más que conocidos que comparten alguna
cosa en común. Los amigos son más que familiares, son confiables y leales al
compartir la vida (cf. Sal. 41:9). Por supuesto, Facebook puede decir que tienes
“amigos”, pero la Biblia define la verdadera amistad de manera diferente, muy
diferente. Un amigo da buenos consejos aun cuando estos consejos duelan, “Fieles
son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece”
(Prov. 27:6). El propósito del amigo es claro, “El ungüento y el perfume
alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre” (Prov. 27:9). Debemos elegir a nuestros amigos con cuidado, con mucho cuidado. “El
justo sirve de guía a su prójimo; mas el camino de los impíos les hace errar” (Prov.
12:26). Al igual que Jonatán y David, la fe en Dios lo ayudará a usted y a su
amigo a atravesar las pruebas de la vida (cf. 1 Sam. 20:12-17). Recuerde que
los “amigos” podrían obstaculizar el servicio a Dios, por lo tanto, debemos
escogerlos con sabiduría, porque “Las malas compañías corrompen las buenas
costumbres” (1 Cor. 15:33, LBLA). La amistad más alta y trascendente es la amistad con Jesucristo. Él dijo:
“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15:14).
¿Ha hecho usted a Jesús tan íntimo a su alma y vida? ¿Es usted amigo de
Jesucristo? Si le obedece tendrá en Jesús al mejor amigo, uno que jamás le
fallará.