El título es raro, ¿verdad? Sin embargo, más que ello, es una tragedia.
El apóstol Pablo habló de quienes estaban siempre aprendiendo, pero nunca eran
capaces de alcanzar el conocimiento de la verdad (2 Tim. 3:7). ¿Cuál podría ser
el problema? Y, sobre todo, ¿podría suceder esto hoy en día? La fuente equivocada es una de las
primeras cosas que impide el pleno conocimiento de la verdad. Recordemos, la
palabra de Dios es verdad (Jn. 17:17) y la verdad nos hace libres (Jn. 8:32). No
obstante, eruditos, teólogos, expertos, etc., podrían estar equivocados. Es
más, no están todos ellos de acuerdo, y, por lo tanto, no podrían estar todos ellos
en lo cierto. No acepte todo lo que le digan. Estudie la Biblia por sí mismo. Los motivos equivocados pueden ser un
obstáculo que fácilmente pase inadvertido. Piénselo un momento. El deseo de conocer
la verdad y practicarla es esencial (cf. Mat. 5:6; Jn. 17:17). Algunos miran la
Biblia simplemente por curiosidad, otros buscan fallas en ella, y aun otros la
estudian para justificarse a sí mismos. No son pocos los que están más
interesados en teorías especulativas que en simples hechos e instrucciones
divinas. Por lo tanto, no deje de examinar su corazón mientras estudia la
Biblia por sí mismo. El mal uso de la palabra de Dios puede condenar al más sincero lector de la Biblia. Esto es grave. Por
favor, no menosprecie este consejo. Aprender la verdad requiere usar bien la
palabra de Dios (2 Tim. 2:15), y para ello una correcta interpretación es
vital. Como con cualquier otro documento, el estudio de la Biblia requiere
atención al detalle. El contexto es crucial. ¿Está en el Antiguo Testamento o
en el Nuevo Testamento? ¿Quién lo dijo? ¿Qué dijo? ¿A quién lo dijo? ¿Por qué
lo dijo? Dios nos ha bendecido con su palabra, pero nos ha dejado la responsabilidad
de estudiarla con humildad y honestidad, buscando siempre la verdad. ¿Lo
hacemos?