Declaraciones básicas sobre el reino



Por Josué I. Hernández

 
La mención del reino de Jesús trae imágenes poderosas a la mente. Por supuesto, las imágenes en la mente dependen de teorías especulativas al respecto, a menos que estén fundamentadas en la verdad bíblica. Piénselo un momento, ¿quién conoce el reino mejor que el rey mismo? Por lo tanto, enfoquémonos en las declaraciones de Jesucristo acerca de su reino para aprender sobre la naturaleza de su reinado y señorío.
 
Naturaleza
 
Jesús dijo a Pilato que su reino no es uno como los reinos de este mundo, es decir, su reino no es uno político, “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí” (Jn. 18:36, LBLA). El reino de Jesucristo no está contenido por fronteras geográficas ni es defendido por la fuerza militar. En otras palabras, el reino de Jesús no es mundano, sino celestial o espiritual.
 
Anteriormente, Jesús había dicho, “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles, ni dirán: "¡Mirad, aquí está!" o: "¡Allí está!" Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está” (Luc. 17:20,21, LBLA). Algunas versiones traducen, “el reino de Dios está dentro de vosotros” (NC).
 
Detengámonos un momento para entender esto. El sustantivo “reino” (gr. “basileia”) indica soberanía, dominio, reinado, poder, señorío o gobierno. Jesús es Señor sobre todas las cosas (Ef. 1:22), pero su reinado se manifiesta en las vidas subordinadas de aquellos que se han sometido a él voluntariamente, es decir, sus discípulos, la iglesia (Mat. 16:18,19).
 
Tiempo
 
Jesús dijo “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mar. 1:15). Esto sucedió al principio de su ministerio. Según el punto de vista de Jesús, en su generación el reino sería establecido, cumpliéndose de esta manera todas las profecías al respecto. El reino sería visto venir con poder en el primer siglo (Mar. 9:1), lo cual contradice las teorías modernas de un futuro reino mesiánico aún por establecerse.
 
Jesús enseñaba a sus discípulos a predicar un reino inminente (Mat. 10:7), a pesar de la incredulidad de algunos (Luc. 10:10,11). Es necesario, tomar en cuenta lo que el rey ha dicho sobre el tiempo y la naturaleza de su reino.
 
Entrada
 
Para que Cristo reine en nuestra vida, debemos someternos a su soberanía (Mat. 28:18), arrepintiéndonos y creyendo su evangelio (Mar. 1:15). Es necesario creer en las “buenas nuevas” (“evangelio”) acerca de Jesús y lo que él ofrece, subordinándonos a su voluntad. Este cambio dramático fue descrito por Jesús como un nuevo nacimiento, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3:3,5). Este nuevo nacimiento incluye el bautismo en agua, “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hech. 2:38).
 
Ciudadanía
 
Jesús dijo a los líderes de Israel, “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” (Mat. 21:43). La ciudadanía en el reino de Cristo es un asunto individual, no nacional, en composición. En “El sermón del monte” (Mateo 5-7) Jesús describió el carácter aprobado de los ciudadanos de su reino.
 
Jesús habló mucho acerca de su reino, por ejemplo, en las parábolas del reino (Mateo 13). Las sencillas declaraciones de Jesús son fundamentales para una comprensión adecuada de su reino.