La mención del reino de Jesús trae imágenes poderosas a la mente. Por supuesto,
las imágenes en la mente dependen de teorías especulativas al respecto, a menos
que estén fundamentadas en la verdad bíblica. Piénselo un momento, ¿quién
conoce el reino mejor que el rey mismo? Por lo tanto, enfoquémonos en las declaraciones
de Jesucristo acerca de su reino para aprender sobre la naturaleza de su
reinado y señorío.
Naturaleza
Jesús dijo a Pilato que su reino no es uno como los reinos de este
mundo, es decir, su reino no es uno político, “Mi reino no es de este mundo.
Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pelearían para que yo
no fuera entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí” (Jn.
18:36, LBLA). El reino de Jesucristo no está contenido por fronteras geográficas
ni es defendido por la fuerza militar. En otras palabras, el reino de Jesús no
es mundano, sino celestial o espiritual. Anteriormente, Jesús había dicho, “Habiéndole preguntado los fariseos
cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios
no viene con señales visibles, ni dirán: "¡Mirad, aquí está!" o:
"¡Allí está!" Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está”
(Luc. 17:20,21, LBLA). Algunas versiones traducen, “el reino de Dios está
dentro de vosotros” (NC). Detengámonos un momento para entender esto. El sustantivo “reino” (gr. “basileia”)
indica soberanía, dominio, reinado, poder, señorío o gobierno. Jesús es Señor
sobre todas las cosas (Ef. 1:22), pero su reinado se manifiesta en las vidas
subordinadas de aquellos que se han sometido a él voluntariamente, es decir, sus
discípulos, la iglesia (Mat. 16:18,19).
Tiempo
Jesús dijo “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mar. 1:15). Esto sucedió
al principio de su ministerio. Según el punto de vista de Jesús, en su generación
el reino sería establecido, cumpliéndose de esta manera todas las profecías al
respecto. El reino sería visto venir con poder en el primer siglo (Mar. 9:1),
lo cual contradice las teorías modernas de un futuro reino mesiánico aún por
establecerse. Jesús enseñaba a sus discípulos a predicar un reino inminente (Mat.
10:7), a pesar de la incredulidad de algunos (Luc. 10:10,11). Es necesario, tomar
en cuenta lo que el rey ha dicho sobre el tiempo y la naturaleza de su reino.
Entrada
Para que Cristo reine en nuestra vida, debemos someternos a su soberanía
(Mat. 28:18), arrepintiéndonos y creyendo su evangelio (Mar. 1:15). Es
necesario creer en las “buenas nuevas” (“evangelio”) acerca de Jesús y lo que
él ofrece, subordinándonos a su voluntad. Este cambio dramático fue descrito
por Jesús como un nuevo nacimiento, “De cierto, de cierto te digo, que el
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios” (Jn. 3:3,5). Este nuevo nacimiento incluye el bautismo en agua, “Arrepentíos,
y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hech. 2:38).
Ciudadanía
Jesús dijo a los líderes de Israel, “Por tanto os digo, que el reino
de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos
de él” (Mat. 21:43). La ciudadanía en el reino de Cristo es un asunto
individual, no nacional, en composición. En “El sermón del monte” (Mateo 5-7) Jesús
describió el carácter aprobado de los ciudadanos de su reino. Jesús habló mucho acerca de su reino, por ejemplo, en las parábolas del
reino (Mateo 13). Las sencillas declaraciones de Jesús son fundamentales para una
comprensión adecuada de su reino.