Por Josué I. Hernández
“Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su
viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí,
hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala;
¿para qué inutiliza también la tierra? El entonces, respondiendo, le dijo:
Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la
abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después” (Luc. 13:6-9).
Luego de insistir en la necesidad del arrepentimiento, en lugar de
racionalizar los grados de pecado, para escarpar de la responsabilidad personal
(Luc. 13:1-5). La parábola de la higuera estéril añade la paciencia y la
compasión divinas a la necesidad del arrepentimiento por parte del hombre.
Dios espera que demos fruto (Luc. 13:6), y los verdaderos discípulos de
Cristo darán mucho fruto (Jn. 15:1-8). Luego, Dios es paciente al esperar que los
pecadores se arrepientan (Luc. 13:7). Detengámonos a pensar en esto.
El
propietario no cortó la higuera a pesar de que volvía a ella y no encontraba
sino hojas, durante tres años infructíferos. Así también Dios busca el
arrepentimiento de los pecadores, no su perdición (2 Ped. 3:9).
La misericordia compasiva de Dios nos enseña a no darnos por vencidos
con los pecadores (Luc. 13:8,9). El labrador de la viña pidió tiempo para que
la higuera diera fruto, mientras él se esforzaba para que aquello ocurriese. Por
lo tanto, no olvidemos a los que han caído vencidos por el pecado, no los
desechemos de una vez, procuremos restaurarles (cf. Gal. 6:1,2; Sant. 5:19,20).
Ellos necesitan nuestra ayuda, así como Cristo nos ha ayudado a nosotros cuando
hemos pecado (Rom. 8:34; Heb. 4:14-16).
Dios castigará al rebelde (Luc. 13:9; cf. Jn.
15:6). No escaparemos de la responsabilidad y el castigo por nuestros pecados
si rehusamos arrepentirnos (Luc. 13:3,5).
Que aprovechemos el tiempo, para arrepentirnos y dar fruto. Dios es
compasivo, paciente, misericordioso, pero él también es justo y severo. Dios
castigará a quienes se han negado al arrepentimiento, pero mostrará su
misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos (cf. Ex. 20:5,6).
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto
ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón
a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hech.
17:30,31).