La observancia del sábado

 


Por Josué I. Hernández

 
Existe confusión en el mundo religioso sobre el significado del sábado. El sábado es el séptimo día de cada semana. El Antiguo Testamento también indicó un sábado de años en preparación del año del jubileo (Lev. 25:8). El sustantivo “sábado” proviene de un verbo hebreo que significa “desistir, cesar, descansar”. Dios descansó el séptimo día de la obra que hizo en los seis días anteriores (Gen. 2:3). Sobre la base de este modelo divino, a los judíos bajo el Antiguo Pacto se les ordenó: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. Esta fue una señal entre ellos y Dios (Ex. 20:8-11; 31:17). Les fue prohibido hacer algún trabajo, como encender fuego o recolectar leña, o preparar siquiera algún alimento el sábado (Ex. 16:20-29; 20:10; 31:15; 35:3). El incumplimiento de estas instrucciones resultó en la ejecución (Ex. 31:14,15; Num. 15:32-36). Llegando a este punto, notamos inmediatamente que, si estuviésemos bajo la ley del sábado estaríamos también bajo las leyes que lo definen y regulan, lo cual significaría la pena de muerte para aquellos que no cumplan o se nieguen a observar el día de reposo. Por supuesto, esto plantea la pregunta obvia, ¿estamos bajo la ley del sábado o no?
 
La observancia fue una institución para Israel
 
Deuteronomio 5:7-21 registra la repetición de los diez mandamientos para Israel. Esto, por supuesto, incluía la ley del sábado (v.12). En Deuteronomio 5:1-3, Moisés recordó a Israel su relación especial con Dios: “Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos”. Preste atención a los siguientes detalles:
  • Moisés se dirigió a la nación de Israel, no habló a otra nación (v.1).
  • El pacto que Dios hizo, lo hizo “con nosotros en Horeb”, les dijo Moisés. Este pacto no fue hecho con alguna otra nación, ni con los antepasados de los judíos (v.2,3).
  • Moisés también les dijo que el pacto fue hecho con ellos, “con nosotros todos los que estamos aquí vivos hoy” (v.3).
La observancia del sábado fue una señal entre Dios e Israel: “Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó” (Ex. 31:17). La palabra traducida “para siempre” significa “hasta el fin de la era judía”. Jesús predijo ese tiempo en Mateo 23:37,38, cuando señaló la destrucción venidera de Jerusalén en el año 70 D.C. Todos estos versículos indican que la observancia del sábado era una institución judía. Sí, Jesús guardó el sábado, porque era judío y vivió bajo la ley (Luc. 4:16).
 
La observancia del sábado requiere la observancia de todas las demás leyes del Antiguo Testamento
 
No existe una opción múltiple para observar la ley de Moisés. Los falsos maestros del primer siglo dijeron a los santos de Galacia que tenía que circuncidarse y guardar la ley de Moisés para ser salvos (Hech. 15:1-5). Pablo dijo a los gálatas, “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gal. 3:10). “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley” (Gal. 5:3). Este principio se aplica a la observancia del sábado. Por lo tanto, quien practica la observancia del sábado está obligado a cumplir con todos los demás requisitos de la ley de Moisés. El no hacerlo da como resultado la condenación espiritual.
 
Guardar la ley de Moisés incluye cosas tales como el sacrificio de animales, las restricciones dietéticas, las leyes de purificación, el sacerdocio levítico, un sumo sacerdocio aarónico, la observancia de los días festivos anuales y los viajes a Jerusalén, los diezmos requeridos cada año, la circuncisión de cada varón de 8 días. Todo esto conforme a Gálatas 3:10 y 5:3. No existe otra opción a escoger. Todo es necesario para el que guarda la ley. Sin embargo, luego de semejante esfuerzo, debemos recordar que Pablo dijo, “por las obras de la ley nadie será justificado” (Gal. 2:16).
 
La observancia del sábado ha sido abrogada junto con toda la ley de Moisés
 
Todos los seres humanos estamos ahora obligados bajos la ley de Cristo, no la ley de Moisés. Lea con atención cuidadosa 1 Corintios 9:21 y Juan 1:17. Debemos cumplir “la ley de Cristo” (Gal. 6:2). Jesús vino a cumplir la ley, y no fracasó en su misión (Mat. 5:17,18; cf. Luc. 24:44), y al hacerlo quitó la ley de Moisés y la clavó en la cruz (Col. 2:14). Debido a esto, el apóstol Pablo dijo, “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo” (Col. 2:16). En consecuencia, nadie podría condenarnos por no practicar las ordenanzas de la ley, entre ellas, la guarda del sábado. En su muerte, Cristo abolió la ley de Moisés (Ef. 2:15).
 
Detengámonos a pensar en los siguiente. La ley fue quitada porque el sacerdocio fue cambiado: “Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio” (Heb. 7:12-14). Jesús vino de la tribu de Judá, no de Leví. La ley de Moisés autorizaba como sacerdotes solo a los de Leví. Para que Jesucristo calificara como sumo sacerdote, la ley de Moisés tuvo que ser cambiada. Así también, para que nosotros los cristianos, que no somos levitas, calificáramos como sacerdotes, la ley tenía que ser cambiada (cf. 1 Ped. 2:5,9; Heb. 13:15,16).
 
Conclusión
 
La observancia del sábado fue una institución judía, durante la dispensación mosaica. Hoy estamos en la dispensación del evangelio. La ley de Moisés ha sido reemplazada por la ley de Cristo. Es más, los judíos de hoy no están bajo la ley de Moisés. Todos ser humano está bajo la ley de Cristo, les guste o no, y serán juzgados por la ley del evangelio de Cristo (cf. Rom. 2:16; 2 Cor. 5:10).
 
El Nuevo Testamento señala el primer día de cada semana como día de adoración, no el séptimo día. Si bien iglesias en el primer siglo se reunían otros días de la semana (por ejemplo, la iglesia de Jerusalén se reunía “cada día”, Hech. 2:46), el evangelio no incluyó, ni incluye, el guardar el día de reposo como antes lo requirió Dios del antiguo Israel.