Obedecer es mejor

 


Por Josué I. Hernández

 
A través del profeta Samuel, Dios ordenó al rey Saúl, y a los israelitas, que destruyeran por completo a los amalecitas, castigándolos así por su anterior ataque a Israel durante el éxodo. Recordamos la historia, ¿verdad? Entonces, el ejército de Saúl luchó valientemente y obtuvo una victoria decisiva, pero Saúl y el pueblo con él, no estuvieron dispuestos a destruirlo todo, y perdonaron al rey, Agag, y a lo mejor de los animales.
 
Cuando fue confrontado, Saúl protestó que había hecho lo que Dios dijo, e incluso, aseguró a Samuel que los animales que habían traído serían para los sacrificios. Entonces, Samuel respondió, “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Sam. 15:22).
 
Sabemos que Dios no se oponía a los sacrificios, pero, claramente, “obedecer es mejor”. Esta es una verdad que todos debemos recordar.
 
Algunos sacrificios eras ofrendas de acción de gracias (cf. Jer. 33:11) destinadas a expresar gratitud a Dios. Obviamente, expresar la gratitud a Dios por este medio era algo bueno, pero “obedecer es mejor”. Las expresiones de acción de gracias son huecas cuando provienen de un desobediente. Dicho de otro modo, un desobediente podría dar gracias por las bendiciones de Dios para luego usarlas sin considerar la voluntad de Dios.
 
Algunos sacrificios eran ofrendas por el pecado (cf. Lev. 4:1-35), cuyo propósito era la expiación y la purificación. Un israelita podría estar buscando el perdón de Dios a la vez que ignoraba los requisitos de Dios para que dicha ofrenda fuese aceptable (ej. Mal. 1:8). Ahora bien, Jesucristo es nuestro sacrificio expiatorio (cf. Rom. 3:23-26; Heb. 10:1-14) y para buscar el perdón de Dios en Cristo no podemos ignorar los requisitos de Dios para alcanzar dicho perdón. Requisitos tales como la fe, el arrepentimiento y el bautismo (cf. Mar. 16:16; Luc. 24:47). Nuevamente, “obedecer es mejor”.
 
Algunos sacrificios eran holocaustos (cf. Lev. 1:1-17). Se llamaban así porque se quemaba todo el animal, y ninguna porción quedaba reservada para el sacerdote o el adorador. La idea, por lo tanto, era la dedicación total a Dios. Entendemos que la dedicación total a Dios es más que un sencillo reclamo. Requiere más que leer ocasionalmente la Biblia, o asistir a uno que otro servicio de adoración. La dedicación total a Dios comienza en un corazón totalmente entregado a Dios (cf. Mar. 12:30) y se manifiesta en una vida agradable a Dios (cf. Col. 1:10; 3:17,23). Una vez más, “obedecer es mejor”.
 
La obediencia no es legalismo. Ciertamente, la idea no es que por la obediencia ganaremos la entrada en el cielo. Dios no nos debe nada. La salvación es por gracia (Ef. 2:5,8). Pero, la gracia no se alcanza sin el esfuerzo de obediencia (cf. Mat. 7:21; Heb. 5:9). En otras palabras, no hay bendición para los desobedientes (Heb. 3:18; 4:6).
 
En una época en la que tantos se acercan a la Biblia sin obedecer a Cristo (Mat. 28:18; Luc. 6:46), que nosotros recordemos que “obedecer es mejor”.