Una iglesia que invita a otra iglesia

 


Por Josué I. Hernández

 
Algunos hermanos están promoviendo las reuniones de iglesias. En estas reuniones una iglesia invita a otra iglesia, o a varias, para participar juntas en una reunión común. No impugnamos los motivos de estos hermanos equivocados. La sinceridad y el entusiasmo no los cuestionamos. Ellos pueden estar haciendo esto por ignorancia, o incluso, por inconformidad, respecto a lo que Dios ha revelado mediante su Hijo Jesucristo (Heb. 1:1,2) quien tiene toda autoridad (Mat. 28:18).
 
El razonamiento de algunos es “La Biblia no dice que no se puede”. Sin embargo, no debemos enfocarnos en lo que la Biblia no dice, sino en lo que la Biblia dice. No buscamos prohibiciones, sino el permiso de Dios para conducirnos por fe, y así agradarle en todo (Heb. 11:6). No obstante, la fe viene por lo revelado, es decir, por lo que Dios dice (cf. Hech. 15:7; Rom. 10:17), no hay fe cuando nos basamos en lo que Dios no haya revelado. En otras palabras, debemos tener un “escrito está”, según el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo (Mat. 4:4,7,10), para todo lo que enseñamos y practicamos.
 
Tengamos cuidado. Las innovaciones son “culto voluntario” (Col. 2:23). Es bueno detenernos y preguntar: ¿Permite la Biblia que una iglesia invite a otras iglesias y realicen actividades conjuntas? ¿Leemos de la iglesia en Corinto invitando a las iglesias del área? ¿Organizaron los apóstoles de Cristo a las iglesias para actuar conjuntamente?
 
En cierta ocasión, el Señor Jesús preguntó sobre el bautismo de Juan, un acto religioso reconocido. Específicamente, el Señor preguntó si era del cielo o de los hombres (Mat. 21:25). Aquí tenemos una pepita de oro que nos asegura mucha riqueza espiritual si profundizamos. Todo acto religioso es de una de dos posibles fuentes, o viene del cielo, porque ha sido requerido por Dios, o viene de los hombres, porque es una invención humana. ¿En qué categoría quedan las reuniones de iglesias de Cristo? ¿Son del cielo o de los hombres?
 
Una iglesia no debe invitar a otra iglesia. Su propia autonomía se lo prohíbe. Sencillamente, no tiene autorización para ello. Entonces, todo queda reducido a una evidente bifurcación, y tenemos dos opciones, la obediencia o la rebeldía, ¿cuál escoge usted?