“Guardaos de los perros, guardaos
de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo. Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu
servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la
carne” (Fil. 3:2,3).
Por Josué I. Hernández
La advertencia
El contrapeso