¿Se pospuso el reino?

 


Por Josué I. Hernández

 
Los premilenaristas nos dicen que el reino de la profecía del Antiguo Testamento aún es futuro. Ellos afirman que Jesús vino a reinar como el Mesías, pero que al ser rechazado estableció la iglesia como un sustituto de última hora. A esto suelen llamarlo un paréntesis, el cual continuará hasta que Jesús vuelva y establezca su reino. Dicho de otro modo, según el premilenarista el reino fue pospuesto. Sin embargo, la Biblia no enseña tal cosa. Es más, el premilenarismo contradice la palabra de Dios en al menos cuatro formas.
 
Las profecías con un elemento de tiempo no se pueden posponer
 
Déjeme usar una ilustración aquí. Si un comentarista de futbol predice que cierto equipo de futbol ganará el campeonato mundial, pero no se dice cuándo, siempre que ganen la predicción se cumplirá, aún cuando haya muchos intentos fallidos en el proceso. No obstante, si el mismo comentarista especifica cuál será el equipo triunfante y cuál será el año en que ganará, y quiénes serán los que anotarán los goles, y cuáles serán las circunstancias específicas para que todo esto suceda, el asunto es diferente debido a la especificidad. Ahora bien, si el equipo señalado no gana el campeonato en el año indicado, sino que ganan mucho tiempo después y en circunstancias diferentes, no puede decirse que la predicción se pospuso. En semejante caso, la predicción no se cumplió.
 
Por supuesto, la profecía bíblica no es una simple predicción. Cuando Daniel puso un elemento de tiempo en el establecimiento del reino de Dios, indicando a los reyes del imperio romano (Dan. 2:44), eso especificó el contexto específico de tiempo en el cual el reino sería establecido. Este detalle elimina cualquier otro tiempo como posible, antes o después, porque se especificó el tiempo en que el reino del Mesías será establecido. Si alguno se atreve a decir que Daniel falló en su profecía tendrá que señalarlo también como falso profeta (cf. Deut. 18:22). Por supuesto, el problema no lo tiene Daniel, el profeta de Dios. El problema lo tiene el premilenarista. En otras palabras, el falso maestro no es Daniel.
 
La iglesia es parte del plan eterno de Dios
 
La iglesia no es un sustituto de último momento. El apóstol Pablo fue muy claro, “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Ef. 3:8-11).
 
Dios sabía de antemano que Jesús sería rechazado
 
Isaías predijo elocuentemente el rechazo y la muerte de Cristo, “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Is. 53:3). El salmista se refirió a Jesús como, “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo” (Sal. 118:22).
 
El rechazo que sufriría el Mesías no demandaba que Dios pospusiera su plan. Dios no fue sorprendido ni limitado por el hombre incrédulo y rebelde. Considere el salmo 2, un salmo que comienza pintando un cuadro de insurrección o motín. Este salmo es citado en Hechos 4:25-28, y aprendemos que se aplica a Herodes, Pilato, los gentiles y el pueblo de Israel del tiempo de Cristo, quienes le crucificaron. Preguntamos, ¿esto afectó a Dios y su plan? “El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte” (Sal. 2:4-6).
 
El reino ya existe
 
Las sagradas Escrituras claramente nos enseñan que el reino ya fue establecido, y que los cristianos del primer siglo eran ciudadanos de él, “Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado” (Col. 1:13). “Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús” (Apoc. 1:9, LBLA). “e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para su Dios y Padre” (Apoc. 1:6, LBLA). 
 
Jesús fue muy claro cuando afirmó que el reino sería establecido en la generación de quienes le oían, “También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder” (Mar. 9:1). 
 
Los pasajes donde se presenta a Jesucristo sentado en el trono como rey abundan (Apoc. 3:21; Hech. 2:34,35; 1 Cor. 15:24-26; Heb. 1:3; etc.).
 
La palabra de Dios se cumplió. Jesús ahora es rey de un reino de naturaleza celestial, un reino que no es de este mundo (Jn. 18:36). La pregunta es, ¿somos ciudadanos del reino de Jesucristo?