Una mayor alegría

 


Por Josué I. Hernández

 
El salmo 4 es una de las oraciones de David, una oración que nos enseña muchas cosas. Como suele ser el caso para varios salmos, no tenemos información concluyente del entorno (contexto) en el que se escribió el salmo. Es probable que la ocasión histórica fue la misma que la del salmo 3, la rebelión de Absalón.
 
“Hay ciertas semejanzas entre los salmos 3 y 4. Por ejemplo, el primero es a veces designado como un salmo matutino (cf. Sal. 3:5), mientras que el segundo ha sido designado como un salmo vespertino (cf. Sal. 4:8). En ambos, David se siente asediado por el sufrimiento, la injusticia y la opresión. Además, el salmo 4 exhibe asimismo las cambiantes actitudes del adorador en sus más difíciles circunstancias. El movimiento de David será de la ansiedad a la certidumbre, mientras recorre la senda de la oración y de la confianza en Dios. Al final de otro día de presión, dolor y persecución, David entabla tres conversaciones que llevan a un punto de bendito reposo” (J. F. MacArthur).
 
“El escritor, al pedir socorro de nuevo, advierte a sus enemigos la vanidad de atacar al siervo de Dios, les exhorta al arrepentimiento, y declara su confianza y su paz en el favor de Dios” (Jamieson, Fausset, Brown).
 
En el salmo 4 la oración de David comienza con un llamado a Dios para que escuche y exprese su misericordia, tal como lo ha hecho en el pasado. Aquí tenemos nuevamente un patrón para la oración aceptable, “Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración” (Sal. 4:1).
 
El versículo 2 indica el problema de David; en lugar de ser honrado como rey se ha convertido en oprobio, muchos de sus súbditos se han desviado hacia lo que es inútil y engañoso, tal vez tras un líder rebelde. Aquí, David nos recuerda que los piadosos a veces sufren por los malos quienes son motivados por lo que no proporciona paz y alegría mayor, “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare” (Sal. 4:2,3).
 
Los versículos 4 al 6 dan sabios consejos que llaman al temor, la consagración, el servicio, y la confianza en el Señor. Cada día necesitamos semejantes consejos, “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová. Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro” (Sal. 4:4-6).
 
El descontento era generalizado, y David no economizó palabras para demostrarlo. Una mayoría buscaba el gozo en la prosperidad material, para ellos este era su bien mayor, pero David niega que tal cosa pueda otorgar una mayor alegría, “Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Sal. 4:7,8).
 
No hay mayor alegría que aquella producida por estar bien con Dios y disfrutar de la seguridad que sólo él puede dar. La aceptación de Dios puede sostener al justo, aunque no haya prosperidad material involucrada y aunque abunden los enemigos. Nuevamente, el justo es diferente a la mayoría (cf. Sal. 1:1; Ex. 23:2).
 
El Señor Jesús enseñó lo mismo, “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Luc. 12:15). “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Luc. 6:26).
 
¿Puede usted dormir en paz por las noches? ¿Confía en la aprobación de Dios por la fe en su Hijo Jesucristo y la obediencia al evangelio (Rom. 8:16; 10:16; 16:26)? 

Si usted no puede dormir con su alma en paz, no deje pasar otra noche sin hacer algo al respecto. Busque el rostro del Señor, obedézcale, espere en él, para que disfrute de una alegría mayor.