¿Es la pena capital un elemento disuasorio?


 
“Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo” (Rom. 13:3,4).


Por Josué I. Hernández

 
Entendiendo que disuadir es “Inducir o mover a alguien a cambiar de opinión o a desistir de un propósito” (RAE), este estudiante de la Biblia cree que la pena capital es un elemento disuasorio (y beneficioso en la sociedad) castigando al que ha cometido un delito violento por exigir que pague con su vida.
 
Cuando Pablo dijo “no en vano lleva la espada” (Rom. 13:4), él no se refería a un utensilio para aplicar mantequilla al pan; “la espada” simboliza el derecho del gobierno para aplicar la pena de muerte, tal como Dios lo ha requerido (Gen. 9:6; cf. Mat. 26:52; Hech. 25:11). En fin, la aplicación justa de la pena capital produce en la sociedad civil la sensación moral de que se ha hecho justicia.
 
Sin embargo, algunos argumentan que la pena capital no disuade al criminal, y para ello comúnmente usan las estadísticas. Pero, las estadísticas no cuentan toda la historia. Dicho de otro modo, la eficacia de la pena de muerte no puede medirse con precisión en términos estadísticos, por la sencilla razón de que nadie puede saber cuántos asesinos potenciales se abstuvieron de cometer un delito violento por el miedo al enjuiciamiento, la condena y la ejecución final.
 
El temor de la muerte que hay en toda alma no liberada por el evangelio de Cristo (cf. Heb. 2:15), tiene gran poder para mover al ciudadano de a pie a no avanzar en el camino delictual, así como tiene gran poder sobre el criminal consumado para restringirlo eficientemente de cometer un mayor delito.
 
Piénselo por un momento. Toda forma de castigo disuade. Si el castigo no disuade, ¿por qué aplicar multas, e incluso, el encarcelamiento? No obstante, todo infractor sabe que al cruzar la línea ha transgredido la ley, y que está en peligro de ser detenido y condenado.
 
Aplicando la pena de muerte de manera eficaz
 
Hay varios principios bíblicos que, una vez establecidos, hacen que la pena de muerte sea eficaz. En el presente artículo nombraremos tres.
 
Justa. La pena capital debe administrarse con absoluta justicia, “para castigo de los malhechores” (1 Ped. 2:14). Nada debe influir en los hechos del caso. En otras palabras, la pena de muerte debe aplicarse sin acepción de personas. Si hay alguna duda sobre la culpabilidad de un hombre, debe concedérsele el beneficio de esa duda y debe perdonársele la vida. Así también, cuando hay total certidumbre de la culpabilidad del perpetrador no hay excusa para perdonarle la vida.
 
Rápida. El castigo del criminal convicto debe implementarse rápidamente. La política de un túnel de apelaciones que pueden prolongarse años es una burla a la justicia. La Biblia dice, “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (Ecles. 8:11).
 
“Posponer interminablemente los juicios y castigos de los criminales sólo sirve para alimentar la anarquía y fomentar el desprecio por el sistema judicial. Aunque es importante asegurarse de que los acusados tengan juicios justos, es posible proteger demasiado al criminal, a expensas de su víctima. La justicia imparcial y equitativa aplicada con prontitud sirve de disuasivo al crimen. Por otro lado, los retrasos interminables hacen que los ofensores se aferren más a su determinación de quebrantar la ley. Su pensamiento es que pueden escapar sin castigo o con una sentencia muy ligera” (W. MacDonald).
 
Pública. Este punto es controvertido, porque parece tan insensible y ofensivo para aquellos influenciados al refinamiento de nuestro mundo moderno, mundo en el cual los malhechores tienen derechos asegurados que hacen burla de la justicia. La forma aislada, e incluso, aséptica, para aplicar la pena de muerte, neutraliza mucho del efecto de la justicia capital en la sociedad.
 
En el Antiguo Testamento los delincuentes eran ejecutados a la vista de todo el pueblo, y con frecuencia el cuerpo del criminal era colgado de un madero (Deut. 21:22). Dios sabe que la ejecución pública es un elemento disuasorio para el crimen.
 
Por supuesto, una cuestión como esta no puede decidirse sobre la base emocional. No obstante, aquellos que consideran la Biblia como revelación divina pueden ver razones suficientes y convincentes a favor de la pena capital.