¿Y si la persona no logró ser bautizada?

 


Por Josué I. Hernández

 
La Biblia dice claramente que el bautismo es para el perdón de los pecados (Hech. 2:38), que es para lavar los pecados (Hech. 22:16) y que salva (1 Ped. 3:21). El bautismo es la culminación de la obediencia a Cristo, una respuesta a la gracia de Dios (Mar. 16:15,16; Luc. 24:47). Este bautismo es en Cristo y su muerte (Rom. 6:3), la muerte que es nuestra expiación y el Cristo que es nuestro Salvador y Señor.
 
Algunos, procurando anular el plan de salvación de Dios tal como es revelado en la Biblia, indican que el bautismo no es esencial para la salvación, y para ello usan de historias hipotéticas tal como los saduceos tenían su historia hipotética (Mat. 22:23-28). Hemos oído de casos supuestos en los cuales el creyente arrepentido casi llegando al agua murió por un rayo, de arrepentidos en el lecho de muerte que no lograron ser bautizados, de creyentes arrepentidos en el desierto, etc. El argumento es que si Dios salvará a quienes no lograron ser bautizados, el bautismo no es esencial para la salvación.
 
En primer lugar, Dios es el juez y nosotros no podemos usurpar su trono. Nuestras evaluaciones de cuál será el divino veredicto en circunstancias excepcionales solo son conjeturas de nuestra mente limitada y estrecha (cf. Is. 55:8,9). Lo único que podemos saber de cómo juzgará Dios es atenernos a los que él mismo dijo al respecto.
 
En segundo lugar, las situaciones hipotéticas no establecen la verdad. Volviendo al caso de los saduceos (Mat. 22:23-28), ellos pensaban que su historia eliminaba la resurrección general. A juicio de este estudiante de la Biblia, es prácticamente imposible que la historia que los saduceos presentaron haya ocurrido, sin embargo, fuese cierta o no, los saduceos no cambiarían la verdad de Dios con una historia tan sensacional. Cristo les dijo, “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mat. 22:29). Las sagradas Escrituras determinan la verdad, los escenarios hipotéticos no lo pueden hacer.
 
En tercer lugar, hacer una excepción no destruye la regla. Piénselo un momento. Si Dios, el Señor del universo y Creador de todas las cosas, decidiera salvar a algunas personas que, debido a circunstancias extremas no cumplieron todas las condiciones establecidas, esto sería parte de su prerrogativa divina, y nadie se podría quejar. Pero, la posibilidad de eso no es la base para que yo deje de obedecer a Jesucristo.
 
Cada uno de nosotros comparecerá ante el Señor en el día del juicio. No queremos llegar al juicio final con historias con las cuales pretendamos justificar la desobediencia. Jesús es el autor de salvación eterna para todos los que le obedecen (Heb. 5:9), y él ha dicho que el bautismo es esencial para la salvación. No hay salvación para los desobedientes (2 Tes. 1:7-9).
 
¿Qué elegiremos? ¿Elegiremos una historia sensacional con la cual podemos ignorar las condiciones del perdón de Dios? ¿Elegiremos obedecer la palabra de Dios haciendo lo que él dijo que debemos hacer? La decisión es nuestra, y el juicio es de Dios.