La historia de la Biblia

 


Por Josué I. Hernández

 
Si bien la Biblia nos informa de la historia, es decir, lo que sucedió, la Biblia no es un libro de historia per se. La Biblia registra la historia del hombre en relación con el mayor problema que el hombre tiene, el pecado, y la solución de Dios a ese problema. A menudo sabemos mucho de “las historias bíblicas”, pero no tenemos idea de cómo encajan en “el panorama general”. Necesitamos comprender, lo más precisamente posible, la panorámica del desarrollo e implementación del plan de redención de Dios en Cristo Jesús.
 
La historia bíblica comienza con el hombre, la imagen y semejanza de Dios, la corona de la creación del Señor, y quien estaba en plena comunión con él. Esa armonía plena, sin embargo, fue rota por el pecado. Entonces, en lugar de abandonarnos, Dios comenzó a revelar su plan de redención. Llegado el momento, Dios escogió a Abraham, y de su descendencia hizo una nación, Israel, a través de la cual vendría la solución al pecado y su condenación.
 
Al principio, los israelitas fueron esclavizados en Egipto, pero Dios los liberó a través de Moisés y les dio su ley en el monte Sinaí. Después de cuarenta años de disciplina y aprendizaje en el desierto, Josué los llevó a la conquista de la tierra de Canaán, la tierra de promisión, figura del reposo celestial.
 
Por un tiempo Israel fue gobernado por jueces, pero cuando se sintieron insatisfechos con ese arreglo, y reclamaron por un rey, Dios les dio un rey conforme al estándar de ellos, el rey Saúl. Pero el rey que tanto deseaban los decepcionó, y Dios levantó a David, un hombre conforme a su corazón, prometiendo que mientras los hijos de David permaneciesen fieles continuarían en el trono como una dinastía firme. El primero en aquella dinastía fue Salomón, pero después de su reinado muchos de los reyes de desviaron del buen camino, incluso, la nación se dividió en dos, Israel en el norte y Judá en el sur. Israel inmediatamente entró en la idolatría, y dos siglos más tarde Dios los entregó al cautiverio asirio. Judá tuvo serios problemas con la idolatría también, y aunque tuvo varios reyes que fueron fieles a Dios, finalmente ellos también abandonaron al Señor y fueron llevados cautivos a Babilonia.
 
Unos setenta años después, los medos-persas derrotaron a los babilonios, abriendo la puerta para que el pueblo de Dios regresara a Canaán, Entonces, una minoría volvió mientras que una mayoría se dispersó por el mundo.
 
Durante 400 años la historia bíblica queda en silencio, hasta que Juan el bautista fue levantado por Dios para anunciar la venida del Cristo (Mesías), y preparar para él un pueblo bien dispuesto. El Cristo tan esperado llegaba al mundo.
 
Jesús de Nazaret es el Cristo de Dios. Durante tres años enseñó el camino de Dios, pero fue rechazado por los líderes de Israel y por una mayoría del pueblo entre quienes hizo tanto bien. Los romanos lo ejecutaron por petición de los líderes de la nación. Simplemente no entendían que la muerte de Jesús era el plan de Dios, y su maldad cumplió las profecías. Sin embargo, al tercer día, un domingo, Jesús resucitó de entre los muertos, y cuarenta días después ascendió al cielo para reinar como soberano del universo.
 
Diez días después de la ascensión de Jesucristo, sus apóstoles comenzaron a predicar el evangelio, las buenas nuevas de salvación en Jesús. Algunos se opusieron violentamente e instaban a otros a lo mismo, otros fueron indiferentes, y otros reconocieron la verdad, pero no la obedecieron. Sin embargo, algunos recibieron la palabra de Dios convirtiéndose en discípulos de Cristo, es decir, en cristianos.
 
Siglos después, ese mismo evangelio, registrado en el Nuevo Testamento, produce el mismo resultado de salvación para quienes lo creen y lo obedecen.