Por Josué I. Hernández
Popularmente se pronuncia el siguiente proverbio:
“No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Esta es una orden
negativa, “no hagas… lo que no quieres que te hagan…”.
Este es un proverbio chino, similar al
indicado en el hinduismo y en algunos escritos rabínicos. Se ha encontrado
alguna versión de esta máxima entre los escritos griegos y de romanos cultos; pero,
este no es el amor que Dios enseña en la Biblia.
En el llamado “sermón del monte” Jesucristo
dijo, "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con
vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los
profetas" (Mat. 7:12). Es decir, debemos hacer a otros lo que queremos
que hagan con nosotros, una orden positiva. Dicho de otra manera, Cristo eleva
la exigencia a un grado mayor que el exigido por los escribas y fariseos (Mat.
5:20) demandando de los ciudadanos del reino de los cielos el hacer algo por el
prójimo.
La enseñanza de Jesús en Mateo 7:12 es conocida
como “La regla de oro”, la cual sirve de resumen perfecto del tipo de justicia
que Cristo espera de los ciudadanos del reino de los cielos respecto a su trato
con el prójimo. “Son palabras que indican una conclusión de lo antes dicho,
pero ¿conclusión de qué? De toda la enseñanza del Sermón del Monte que tiene
que ver con relaciones correctas entre los hombres” (W. Partain).
“Para que el creyente pueda estar preparado
para toda emergencia, esto es, con el fin de que pueda saber en un momento
específico cómo conducirse con su prójimo, aquí en el v. 12 el Señor enuncia
una regla que ya que, consiste en medir el deber de uno por el amor a sí mismo,
es como un cortaplumas o como una regla de carpintero, siempre lista para ser
usada, aun en una repentina emergencia cuando no hay tiempo para pedir consejo
a un amigo o para consultar un libro" (W. Hendriksen).
“Este hermoso texto es una regla breve, un
resumen compacto no solamente de las enseñanzas entregadas en este sermón, sino
también del contenido de la ley y los profetas. Es como cápsula (condensación)
de ellas, una expresión abreviada de todo lo que la ley y los profetas
requieren con respecto a las relaciones humanas. Es la esencia destilada de su
enseñanza. Es una regla bien práctica y fácil de recordar” (W. Partain).
Por lo tanto, donde alguno dice, “no hagas al
otro lo que no quieres que te hagan”, Cristo exige “haz al otro lo que quieres
que hagan”. El primer dicho se conforma con no molestar, simplemente. En
cambio, la palabra de Cristo exige hacer algo siempre en el trato con
inconversos, en el trato con hermanos en Cristo, en el trato con nuestra
familia, en el trato con nuestros cercanos y vecinos, en el trato de nuestros
enemigos, etc.
Nuestra relación con Dios depende de nuestra
relación con los hombres. Por lo tanto, nos urge recordar cada día esta hermosa
enseñanza, esta regla de oro. No debemos volver mal por mal, sino que debemos
ser pacientes, benignos, misericordiosos, y dispuestos a perdonar.
Si esta enseñanza se practicara, se superaría
toda clase de problema en el hogar, en la iglesia y en todas las relaciones
humanas.
"Así que, todas
las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas" (Mat. 7:12).