Quisiéramos ver a Jesús



Juan 12:20,21


Por Josué I. Hernández

 
El gran problema que afecta nuestra comprensión bíblica es que vamos a la Biblia con muchos propósitos, menos el más importante, buscar a Jesús en ella. Algunos buscan en la Biblia la confirmación de sus prejuicios, otros buscan satisfacer alguna curiosidad. Es más, algunos van a la Biblia con afanes políticos o económicos. Cada uno de nosotros debe preguntarse, ¿por qué estudio la Biblia?
 
“Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús” (Jn. 12:20-22).
 
Durante la última semana de la vida de Jesús, antes de su muerte en la cruz y posterior resurrección, algunos griegos se encontraban entre los que habían venido a la Pascua. Estos griegos dijeron a Felipe: “queremos ver a Jesús” (Jn. 12:21). Ellos no querían ver a los fariseos, ni a los saduceos. Es más, ellos no quedaron satisfechos con ver a los discípulos de Jesús. Ellos querían ver por sí mismos a Jesús. ¡Qué maravilloso sería si todos los hombres desearan ver a Jesús!
 
Necesitamos este mismo enfoque. Necesitamos ver por nosotros mismos a Jesús. No hay acceso a la gracia y la verdad de Dios sin Jesucristo, “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn. 1:17).
 
Aunque nosotros no podemos ver a Jesús en persona en esta vida, sí podemos verlo a través de las elocuentes imágenes que dejan en nuestra mente las palabras que los profetas y sus discípulos inspirados escribieron acerca de él.
  • Jesús dijo que las sagradas Escrituras hablan de él, “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39; cf. Mat. 5:17,18).  
  • Luego de su resurrección, Jesús reiteraba cómo los profetas hablaron de él, “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Luc. 24:27).
  • Jesús especificó que él cumplió todo lo que las sagradas Escrituras decían de él, “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas” (Luc. 24:44-48).
  • Los sermones en el libro Hechos usan dos líneas de evidencia para mover a la fe: 1) La profecía cumplida, y 2) El testimonio apostólico (cf. Hech. 1:8; 2:22-36; 2 Ped. 1:19-21).
  • Pablo dijo que “las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron” (Rom. 15:4; cf. 1 Cor. 10:11).
  • Pablo agregó, “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16,17, LBLA).
 
Deténgase a pensar en lo siguiente:
  • La vida eterna es imposible sin conocer a Jesús, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3).
  • Al conocer a Jesús conocemos al Padre, “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Jn. 14:6-9).
  • Jesús es quien da a conocer al Padre, “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18).
 
Queremos enfocar, lo más precisamente, la historia de la Biblia, la cual está centrada en la vida y la obra de Jesús de Nazaret.
  • A penas ocurrió el primer pecado, Dios prometió que la simiente de la mujer vendría para herir la cabeza de Satanás (Gen. 3:15).
  • Más adelante, Dios le dijo a Abraham que todas las familias de la tierra serían bendecidas a través de su simiente (Gen. 12:1-3; 22:18).
  • Luego, la Biblia nos enseña que el Cristo vendría de la descendencia de David para sentarse en su trono (2 Sam. 7:11-14).
  • Nacería en Belén de Judá (Miq. 5:2).
  • Nacería de una virgen (Is. 7:14).
  • Su nombre sería Emanuel, que significa “Dios con nosotros” (Is. 7:14).
  • Redimiría a su pueblo del pecado, no sólo a los judíos, sino también a los gentiles (Is. 49:6).
  • En los días del imperio romano, el Dios del cielo establecería un reino que nunca sería destruido (Dan. 2:44).
  • Este reino sería un reino de naturaleza espiritual (Jn. 18:36).
 
El apóstol Pablo dijo, “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gal. 4:4).
 
Dios ha cumplido su promesa. El Mesías (Cristo) ha venido, podemos ser salvos, hay esperanza.
 
Conclusión
 
El gran problema que afecta nuestra comprensión bíblica es que vamos a la Biblia con muchos propósitos, menos el más importante, buscar a Jesús en ella. Debemos vencer este problema.
 
Podemos ver por nosotros mismos a Jesús enfocando nuestra mirada en las elocuentes imágenes que la Biblia presenta de él. Jesús dijo, “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39).
 
Necesitamos ver a Jesús porque en él hay vida, y vida abundante. Él dijo, “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10).