“Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su
necedad. ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del
necio que de él” (Prov. 26:11,12).
Por Josué I. Hernández
Al perro no le repugna su vómito más que al necio su necedad; ambos
vuelven a aquello que es repulsivo o detestable. Sin embargo, hay esperanza
para el necio. Eventualmente puede darse cuenta de su insensatez y cambiar.
Pero, cambiar requiere del necesario reconocimiento del problema. Esperaríamos
que todos los que actúan con necedad cambiarán frente a las consecuencias de
sus hechos, y sobre todo al quedar expuestos a la verdad. Con esto último en
mente, veamos algunas personas que son identificadas como necios en la Biblia. Necio es quien afirma que no hay Dios (Sal. 14:1). Es un disparate negar la existencia de Dios. Tal como un reloj indica
la existencia del relojero, o el jardín la existencia del jardinero, el eterno
poder y deidad del Señor indica su existencia (cf. Sal. 19:1-3; Rom. 1:20; Heb.
3:4). En fin, la creación señala al Creador. Necio es quien confía en su propio corazón (Prov. 28:26). Esto es una tontería, porque nuestro corazón no es la autoridad moral de
nuestra existencia (Jer. 10:23). El corazón es engañoso (Jer. 17:9) y no es
capaz de guiarnos por el buen camino (cf. Prov. 14:12). Dicho de otro modo,
necesitamos la revelación de Dios (cf. Sal. 19:7-14; 2 Tim. 3:16,17) y
someternos a su autoridad (cf. Mat. 28:18; Col. 3:17). Necio es quien rechaza el consejo de su padre (Prov. 15:5). Esto es una completa necedad que traerá desdicha. Los padres piadosos
son bendición para los hijos instruidos por ellos (cf. Prov. 3:1-4; Ef. 6:1-4).
Los hijos no saben más que sus padres. Por el contrario, si el padre no fue
piadoso, su mal ejemplo y sus consecuencias, pueden enseñar a su hijo (cf. Ez.
18:14). Necio es quien oye la palabra de Cristo, pero no obedece al Señor (Mat.
7:26-29). No hay mayor disparate y arrogancia que rechazar la
palabra de Cristo. Jesús tiene toda autoridad (Mat. 28:18) y él sabe lo que es
bueno y correcto. Él es el camino (Jn. 14:6). Es arrogancia contender con Dios
(Job 42:2). Debemos oír la palabra del Señor con humildad para obedecerle
(Sant. 1:21-25). Necio es quien confía en sus riquezas (Luc. 12:16-20). Es una necedad confiar en cosas temporales como las riquezas, porque
estas son inciertas (1 Tim. 6:17). En el mejor de los casos, dejaremos nuestras
posesiones a otra persona (cf. 1 Tim. 6:7; Ecles. 2:18,19). Sin embargo, no
tenemos control sobre nuestra vida (Sant. 4:14) y el dinero no puede comprar
una buena relación con Dios (Mat. 6:19-21). ¿De que sirve ganar todo el mundo y
perder el alma (Mat. 16:26)?
No se trata de etiquetar a otro como “necio”, sino de examinarnos a
nosotros mismos para ver si lo somos y corregirnos. Ciertamente hay esperanza
para el necio (cf. Prov. 26:12; 1 Cor. 3:18).