¿Es la Biblia relevante para nosotros?

 


Por Josué I. Hernández

 
La Biblia es sin duda alguna uno de los libros más influyentes en la historia de la humanidad. Bien recuerdo, para mi sorpresa de aquel momento, un reconocido académico ateo afirmó que la Biblia es “el libro de los libros”. Por supuesto, él no la elogiaba como palabra de Dios.
 
Indiscutiblemente, la Biblia es el libro más vendido de todos los tiempos. Es más, la Biblia está disponible de una manera que nunca lo estuvo. Pero, a pesar del acceso fácil a la Biblia una mayoría de la población desprecia su mensaje. Las estadísticas indican que un porcentaje muy pequeño cree que “la Biblia es la palabra de Dios
.
 
Muchos se acercan a la Biblia por su importancia histórica, cultural, política, social, etc., sin embargo, los tales ven la Biblia como un libro obsoleto, un libro que no tiene algún propósito para nosotros. Algunos afirman que “un libro tan antiguo no podría tener alguna aplicación seria en la actualidad”. Para ellos el paso del tiempo demanda nuevas ideas, doctrinas, y verdades relativas a la ocasión.
 
Cuando preguntamos “¿Es la Biblia relevante para nosotros?”, enfocamos la pertinencia de ella para nosotros. Relevante es aquello “Sobresaliente, destacado, importante, significativo” (RAE). Lo relevante de una cosa determina cuánto tiempo le dedicamos, cuanta atención le damos, y cuanta energía invertimos en ella. Si la Biblia es relevante para nosotros, el tiempo, la atención, y la energía que le dedicamos, serán evidentes.
 
¿Es la Biblia relevante? ¿Tiene este libro alguna aplicación práctica para nosotros? ¿Satisface nuestras necesidades más profundas? Una consideración honesta de los siguientes puntos responderá estas preguntas y reforzará nuestro aprecio por la relevancia de la Biblia.
 
Dios y su palabra no han cambiado. Ha pasado mucho tiempo desde que se escribió la Biblia, pero eso no significa que Dios haya cambiado. Simplemente, Dios es el mismo ayer, y hoy, y por la eternidad, “Porque yo Jehová no cambio” (Mal. 3:6).
 
Dios no es afectado por el paso del tiempo. El tiempo no afecta a Dios. Dios no se ha vuelto más sabio con el tiempo. Dios es el creador del tiempo, pero el tiempo no tiene algún efecto en él, “YO SOY EL QUE SOY” (Ex. 3:14), “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Sant. 1:17).
 
La palabra de Dios tampoco ha cambiado, “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos” (Sal. 119:89). La palabra de Dios está establecida. Es más sólida que el fundamento de concreto que soporta las más colosales estructuras a pesar del tiempo. Las normas morales de la sociedad pueden cambiar con el paso de los años, y de hecho lo hacen, pero las normas establecidas por la palabra de Dios nunca cambiarán.
 
El tiempo no cambia la verdad. La antigüedad de una verdad no la descarta como tal, ya sea una verdad aritmética, histórica, religiosa, etc. Un hecho histórico no deja de ser verdad porque han pasado cientos o miles de años. No es sabio creer que algo es verdadero cuando recientemente sucedió y que va dejando de serlo con el paso de los años.
 
Las necesidades de la humanidad no han cambiado. Salomón observó que “nada hay nuevo debajo del sol” (Ecles. 1:9,10). Nunca hemos podido superar la sabiduría de Dios (cf. 1 Cor. 1:20,21).
 
Las necesidades filosóficas del hombre siguen siendo las mismas. Todavía necesitamos respuestas a las preguntas más básicas. La Biblia proporciona estas respuestas, por ejemplo: ¿De dónde vengo? Venimos de Dios (Hech. 17:24-26). ¿Por qué estoy aquí? Para buscar a Dios (Hech. 17:27,28).
 
Las necesidades espirituales del ser humano no han cambiado. Muchas personas tienen serios problemas para lidiar con la culpa, la desesperación, la depresión, la duda, la desesperanza y el miedo. ¿Por qué tenemos estos problemas? La Biblia es el único libro que identifica y ofrece real solución a nuestros problemas. Sufrimos estos, y otros, problemas, porque somos pecadores, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23; cf. 6:23). Simplemente, todo nuestro ser grita que algo muy profundo anda mal.
 
La Biblia es el único libro que dice lo que debemos hacer para ser salvos. Debemos creer en Jesús (Jn. 8:24), arrepentirnos de nuestros pecados (Hech. 17:30), confesar nuestra fe en Cristo (Rom. 10:9,10), y ser bautizados para el perdón de nuestros pecados (Mar. 16:16; Hech. 2:38).
 
Las necesidades de la sociedad no han cambiado. Algunos pueden sorprenderse al descubrir que la Biblia aborda y ofrece soluciones a los problemas que enfrentamos ahora como sociedad. 
  • Crimen y castigo (Ecles. 8:11).
  • Rol del gobierno civil (Rom. 13:1-6).
  • Prejuicio racial (Rom. 2:11).
  • Abuso del bienestar (2 Tes. 3:10).
  • Drogas y alcohol (Gal. 5:19-21).
  • Embarazo adolescente (1 Cor. 6:18; Heb. 13:4).
  • Homosexualidad, matrimonio entre personas del mismo sexo, confusión de género (1 Cor. 6:9,10; Mat. 19:4-6).
  • Divorcio (Mal. 2:16; Mat. 19:9).
  • Problemas familiares (Col. 3:18-21).
 
La Biblia ha resistido la prueba del tiempo, y la crítica honesta. No es una reliquia obsoleta, o una colección de mitos antiguos, o un amuleto para alejar el mal. La Biblia no está destinada a ser un “libro lindo” para enternecernos en las redes sociales. La Biblia es la viva, eterna y poderosa palabra de Dios. La Biblia ofrece las respuestas a nuestras preguntas más importantes, nos da las normas y la guía que necesitamos como individuos y como sociedad. La Biblia es el único libro que tiene el poder de llevarnos a la eternidad con Dios (cf. Hech. 20:32; Sant. 1:21).